Señor director:

El proceso de creciente globalización de la economía está favoreciendo que se incremente el recurso en países donde la mano de obra no especializada resulta más barata. La decisión puede ser legítima, siempre que no se traspase el umbral de la dignidad de la persona. Como sucede, en dirección contraria, con la utilización de emigrantes en tareas fijas o temporales por ejemplo, vendimias o recolección de frutos diversos, algo bien conocido en España desde tiempo inmemorial: los jornaleros de Galicia recogían las cosechas del trigo de Castilla, o los españoles se ganaban un buen sobresueldo en la vendimia francesa, más tardía que la hispana.

Pero, la realidad moderna es que están aflorando nuevas esclavitudes. Lo he recordado al leer algunas informaciones en antevísperas de las semanas sociales de Italia Nº 48 de su historia, celebradas en Cagliari del 26 al 29 de octubre pasado. El tema central ha sido “El trabajo que queremos: libre, creativo, participativo, solidario”.