Señor director:
Corregir a los hijos adecuadamente es un arte que los padres debemos aprender. ¿Cómo corregimos a nuestros hijos? El tema de las correcciones es uno de los más importantes en la educación. Enseña San Pablo respecto a la corrección fraterna en la familia: “Padres, no irriten a sus hijos, sino que para educarlos, usen las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor”, (Ef. 6,4).

Veamos algunas estrategias para corregir acertadamente y mejorar la calidad de las mismas:

1) Utilizar un lenguaje que promueva el cambio y sea constructivo. 2) El argumento “porque yo lo digo y basta” no ayuda al niño a comprender qué es bueno y qué no. Hay que dar razones y sembrar valores, que es más importante que imponer reglas a la fuerza. Que vean que los corregimos por amor y por su bien, y no por gusto o capricho. 3) Hay que evaluar la verdadera dimensión de la falta para que no se sancione como grave lo que no lo es. La justicia debe guiar la corrección. 4) Evitar el castigo, maltrato y la violencia toda costa. Sembrar el miedo no es la manera de corregir. 5) Usar el elogio y el estímulo positivo hacia la práctica del bien cuando el hijo logra aprender una buena conducta o cuando corrige un mal comportamiento. 6) Ejecutar una autoridad firme y serena. No ser ni severos ni demasiado tolerantes. Evitar ser “padres buenos” que todo lo toleran. 7) Es necesario que los padres de antemano, coordinen y se pongan de acuerdo respecto a la forma de corrección y disciplina en el hogar. Si no lo hacen, es frecuente que se desautoricen mutuamente frente a sus hijos, lo que crea un ambiente de anarquía.

Un clima de correcciones adecuadas crea un ambiente familiar que favorece la formación de la disciplina de los hijos, que significa orden en la persona, capacidad de dominio de sí mismo, abnegación, sacrificio. Un hijo disciplinado se adapta y supera los obstáculos y dificultades de la vida.

Ricardo Sánchez Recio
Orientador familiar. Lic en Bioquímica. Prof de Química. Instructor MN.