
La labor de los dirigentes deportivos es encomiable, muchas veces ingrata. Tiempo, dinero, esfuerzo, mucho sacrificio, recriminaciones de la familia. Por supuesto que hay excepciones, pero detrás de cada dirigente hay un entorno muy parecido a eso. Agregado, el dedo siempre dispuesto a sospechar y a criticar. Y la exigencia es mayor, si el club es de los denominados chicos. Todo es más difícil, son pocos los que aportan y siempre peleando de la mitad de la tabla para abajo, cuando no el descenso. Pero ahí van, tratando de incentivar la inscripción de nuevos socios, poniendo la cara para que algún comerciante apoye con unos pesos, o la venta de alguna promesa juvenil que pide cancha porque la camiseta ya le queda chica.
Mi madre nos contaba de las peripecias vividas junto a mi padre, que fue presidente de Del Bono al arrancar la década del cincuenta. ¿A cambio de qué? De la satisfacción y orgullo personal de dirigir los destinos del querido club del barrio, ver a la hinchada todos los domingos, y poner un ladrillo, un mosaico más, un escalón más, pintando, siempre que se pueda.
En los inicios de los 70, apareció por la Esquina Colorada un personaje vivaz, convocante, con muchas ideas y ganas de trabajar por el club. El "Coco” (Narciso) Fernández. Tenía el apoyo de un circulo reducido, pero muy caracterizado, de amigos y que se agrupaban bajo el apodo de "Escovi", por Esquina Colorada Viernes. A ellos se agregó el "Coco”, nacido en Concepción. Se vino a vivir a lo de un tío, el "Gitano” Díaz, sobre la calle Paso de los Andes. Después se fue a Buenos Aires y luego retornó para casarse y vivir en esa misma casa. Así fue como llegó por el barrio. Caló tan profundo que a alguno se le ocurrió la idea de proponerlo para presidente de Del Bono, ya que pronto había elecciones, creo que para tomar la posta que dejaba el "Negro” Arturo. Le consiguieron un buen saco blanco, corbata y lo pusieron a tono para la ocasión. Después, el apoyo de los del Escovi, de otros viejos conocidos de la barriada, y su verba, hicieron el resto. Fue presidente. Y la primera conmoción la concretó cuando trajo al "Nene” Sanfilippo, el legendario goleador de San Lorenzo. Firmó, pero no llego a jugar. Trajo jugadores de la talla del "Polaco” Torres, el "Bolita” Sosa, que eran figuras de Gimnasia y Esgrima de Mendoza. Además del arquero Navarrete, el rosarino Acosta, y otros refuerzos que hicieron de Del Bono un gran equipo. Tenía una delantera formidable en Jorge Pereyra, Luis Castro, Fernando Alí, Acosta y Zuliani. Después se fue Alí a San Lorenzo y Pereyra a Los Andes, pero siempre trató de darle categoría al club y su gestión es muy recordada.
Hace unos días nos llegó la noticia de su fallecimiento, en Buenos Aires, días después de cumplir 80 años. La esquina le rinde tributo al "Coco” cuya memoria, como dirigente y amigo, va a perdurar por mucho tiempo en el corazón de la hinchada bodeguera.
Por Orlando Navarro
Periodista
