Al igual que los hombres, las calles nacen, se consolidan, se pueblan y si no las transitamos y nos descuidamos, algún día mueren. En San Juan, la tragedia del terremoto de 1944 y el progreso hicieron que muchas calles experimentaran un cambio que en ocasiones fue apresurado y hasta obligado.

Antes, las calles tanto del centro como la de los departamentos o zonas rurales experimentaban permanentes cambios. Actualmente, el trazado de las calles dura más tiempo y a diferencia de otras épocas, se van comunicando entre ellas y acercando, cada vez más, a la personas que viven en distintos sectores.

Las calles son testigo de todo lo que acontece en una comunidad, desde encuentros entre vecinos hasta de campañas políticas, y otras actividades vinculadas al diario vivir.

La gente confía o no en ellas, porque gracias a las calles se puede llegar más rápido o con más dificultades a destino. En esto tiene que ver que esas arterias estén bien iluminadas, señalizadas y pavimentadas, entre otros detalles que hace a la urbanización correspondiente.

Podemos decir que la calle en la que vivimos nos identifica, porque conoce uno de nuestros pasos, cada vez que la hemos recorrido con destino para salir o llegar a nuestro hogar.

La calle Graffigna, en 1942, en una foto de José Mazuelos F.
 

 

 
Por Leopoldo Mazuelos Corts
DNI 5.543.908