
Durante generaciones, las ballenas azules pigmeas nadaron por el océano sin cruzarse con ningún ser humano. Algunos ejemplares llegaron a medir 24 metros de largo y a pesar 90 toneladas. Hasta hace poco, ni siquiera sabíamos que existían: una manada de ballenas azules pigmeas en el océano Índico. Su descubrimiento en 2021 fue aún más sorprendente por la forma en la que fueron halladas. No habríamos dado con ellas a no ser por las armas nucleares.
¿Qué tienen que ver las bombas atómicas con una manada de ballenas? La respuesta está en una red mundial de sensores, situados en algunos de los lugares más remotos del planeta.
Desde la década de 1990, sus operadores en una sala de control en Viena, Austria, estuvieron escuchando pruebas nucleares no autorizadas. Pero, con el paso de los años, su red también captó muchos otros sonidos y estruendos en el océano, la Tierra y la atmósfera, lo que está resultando ser una sorprendente ayuda para la ciencia.
La historia del hallazgo de las ballenas azules se remonta a la década de 1940, cuando el hombre descubrió que podía liberar el terrible poder del átomo.
Estaciones de "infrasonidos”
Con sensores repartidos por todo el mundo, el Sistema Internacional de Vigilancia dirigido por la Organización del CTBT en Viena estuvo funcionando desde entonces, hasta contar con más de 300 instalaciones en todo el mundo capaces de detectar el sonido, las ondas de choque y los materiales radiactivos de las explosiones nucleares. Esto incluye más de 120 estaciones sísmicas, 11 micrófonos hidroacústicos en los océanos, 60 estaciones de "infrasonidos” que captan ruidos inaudibles de muy baja frecuencia.
Cantos de ballenas
En cuanto a las ballenas azules pigmeas una subespecie tropical de ballena azul, fueron descubiertas cuando investigadores de Australia decidieron escuchar un poco más de cerca los sonidos oceánicos utilizando la red hidroacústica del SIV.
En 2021, la Emmanuelle Leroy, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney, y sus colegas analizaron los cantos de varias poblaciones de ballenas del océano Índico central. Unos años antes, se había observado un nuevo canto, conocido como "canto de Chagos”, o "Diego García Downsweep”, llamado así por el lugar donde se detectó: el atolón Diego García, en el archipiélago de Chagos. El hallazgo de esta nueva manada fue una buena noticia, sobre todo porque las ballenas azules pigmeas son muy escasas. En el siglo XX, las ballenas azules fueron cazadas hasta casi su extinción, pasando de unas 239.000 en la década de 1920 a un mínimo de unos 360 en 1973.
Cuando los arquitectos del SIV construyeron su red de detección, lo hicieron con la esperanza de que el mundo fuera un poco más seguro. Lo asombroso es que estas personas decidieran que las pruebas nucleares son un peligro para la humanidad, y no solo redactaran un tratado diciendo que hay que detenerlas, sino que idearan las tecnologías para vigilarlas. Eso es poner la ciencia y la tecnología al servicio de la humanidad.
Por Richard Fisher
BBC Mundo
