Señor director:
Ya sea que se traten de épocas buenas o malas, cada Navidad o cada vez que llegan las denominadas fiestas de fin de año, el comercio de nuestra ciudad Capital, como el del resto de la provincia, nos enseña cómo hay que vivir esta etapa que, después de todo, es una de las mejores de todo el año. Con mayores o menores recursos, la mayoría arregla sus locales o sus vidrieras, de tal forma que es imposible no observarlas.
He visto, en algunos casos, a familias enteras mirando, por varios minutos los pesebres o árboles de Navidad que están en las vidrieras.
Más allá de ser un recurso comercial para aumentar las ventas, creo que se consigue el efecto de transmitir el denominado espíritu navideño a las miles de personas que en estos días recorren los distintos centros comerciales, en busca de un regalo, comestibles para la Nochebuena, o simplemente salen a caminar para observar ese ambiente que se genera en torno a las fiestas.
Sé de algunos centros comerciales que incentivan a sus comercios asociados para que adornen sus locales y ofrezcan ofertas. Suelen premiar a las mejores vidrieras. Considero que esta es una costumbre muy saludable, ya que la competencia genera arreglos muy bien logrados y de una gran calidad.
Lo importante de esto, es que para esta época, la ciudad se transforma y adquiere un encanto muy especial. Las luces, el color y el encanto de los arreglos navideños son capaces de hacer que todo luzca distinto, en especial la vidrieras que por estos días están repletas de cosas muy atractivas.
Esperemos que esta magia no desaparezca nunca y que cada año, en tiempos de fiestas de fin de año, de gusto caminar, observando los arreglos navideños. También maravillándonos con el ingenio y dedicación de algunos arregladores de vidrieras. Es evidente que ellos conocen muy bien su trabajo y lo que hay que lograr en cada frente de su comercio.
