Señor director:

Comunicarse es un don que nos dieron a todos y que todos podemos desarrollar.

Desde que llegamos a este mundo, lo que nos ancla a la vida es el rostro de nuestra la madre, es ese el primer canal de comunicación, a partir de ahí surge la palabra en donde la misma se desarrolla de acuerdo a las imágenes y estímulos del exterior, es decir que el ser humano habla si es hablado.

Aprendemos entonces desde pequeños a hablar, a interactuar a través de la palabra, pero no nos enseñan a escuchar. Es muy importante pulir nuestros oídos de mucha escucha. Oír no es lo mismo que escuchar, oír es un acto biológico y cuando escuchamos lo hacemos con todos los sentidos.

En la actualidad, con el impacto de la tecnología las comunicaciones se dan más por vía Whatsapp, mail, Facebook, Instagram etc,; formando así niños, jóvenes, parejas y familias "sinfónicas, es decir sin voz".

Existe una epidemia de adolescentes y niños en medio de la soledad, donde la tecnología se ha vuelto su propia compañía.

El modelo de comunicación que estamos viviendo es más reactivo y en algún momento nos va a pasar factura, es por eso que se vuelve necesario más presencia "real" para tener menos presencia "virtual".

No podemos volver a lo que era antes, a partir de ahora la tecnología se instaló en nuestras manos, en nuestras casas y vino para quedarse. 

Sin duda las herramientas de la tecnología nos ayudan, innovan, pero también destruyen cuando no tienen como centro al ser humano.

Debemos sumar más miradas, expresar pensamientos a través del habla creando espacios para escuchar al otro.