Señor director:

Desde la ausencia, desde el silencio, desde el dolor a veces también se enseña… No es necesario la presencia física para seguir dando consejos. Así sucede en este caso. Padre, amigo, profesor, compañero, verdugo deportivo para enseñar a frustrar (sanamente), cada vez que caminaba con vos en el centro inflaba el pecho de orgullo por que la gente te quería y hacías notar tu enorme carisma donde ibas. Ya no sueño tanto con vos, no siento que te abrazo en esos sueños tan reales que dolían el pecho al despertar, pero feliz por haberte sentido. Necesito verte la cara, no alcanza con una foto, nombrarte, comentar una anécdota o escuchar tu música….falta algo más. El olor a jarilla en enero, anunciando una lluvia, un tango de Goyeneche, el chivo a la parrilla en calle Pellegrini en Rosario, el auditorio y una tonada, un perrito callejero, una peña, el rancho de Pelufo, recuerdos de la noche de los hermanos de la Torre en la tele con los primos, recitales en Barreal o Jáchal, ir a comer después de cantar a "Bocacchio”, en el lateral de Circunvalación, el recitado de Vallecito, romance de mi niñez o "San Juan en otoño” entre otros, el tango "Y todavía te quiero” y tantos otros recuerdos a veces no alcanzan. 

Cada 6 de enero me quedaré ahí, paralizado por un día, en una lluvia de recuerdos, como si fuera la reproducción de una película que cada vez gusta más ver, cada 6 de enero será como suelen interpretar los bicheros en el poema de Rafael de León; penas y alegrías del amor. Si me habrás hecho conocer la nostalgia viejo en esta fecha, que seguramente sabré transmitir con tanto amor a mis hijos para mantenerte vivo. A 5 años de tu partida, eternamente agradecido….en honor a eso te sigo mirando como en esta foto a los 10 años.