El gobierno de Javier Milei comenzó su primer año de gestión en una situación de marcada debilidad en el Congreso de la Nación: con apenas 38 diputados y 7 senadores estaba obligado a negociar con más de un bloque opositor para avanzar con cualquier proyecto. Sin embargo, logró la aprobación de iniciativas clave para su programa de gobierno como la Ley Bases y el Pacto Fiscal. También consiguió frenar la mayoría de los embates de la oposición, por ejemplo al sostener el veto a la reforma jubilatoria y el financiamiento universitario. De cara al 2025, el oficialismo podrá capitalizar los éxitos de su programa económico -que redujo la inflación y controló el dólar- y también una creciente fragmentación de los bloques opositores.

Desde el principio, Milei apeló a un estilo de negociación muy agresivo que no se basó, como es habitual, en el reparto de recursos a las provincias (de hecho, recortó casi por completo las transferencias) y tampoco en la apertura de cargos para fuerzas aliadas. El llamado “principio de revelación” buscó exponer ante la opinión pública a quienes no apoyaban el rumbo del gobierno y dejó en varias oportunidades en un lugar incómodo a los ex integrantes de Juntos por el Cambio (PRO, UCR, Encuentro Federal y Coalición Cívica).

Esta incomodidad se fue volviendo cada vez más intensa en el PRO, que desde el inicio de la gestión esperaba poder aportar cuadros técnicos al Poder Ejecutivo y lograr una mejor coordinación en el ámbito legislativo. Milei incorporó funcionarios a cuentagotas, le anticipó al bloque de Cristian Ritondo pocas veces sus maniobras en el Congreso y dejó en suspenso un eventual acuerdo electoral de cara al 2025. Así y todo, siempre contó con el apoyo casi irrestricto del bloque amarillo.

Ya en las últimas votaciones comenzaron a verse con mayor nitidez las fisuras internas entre los diputados que responden políticamente a Mauricio Macri, los que reportan a Patricia Bullrich y dos legisladores que se mantienen cercanos a Horacio Rodríguez Larreta. Por ejemplo, dos diputados no dieron quórum para la sesión de Ficha Limpia por orden de la ministra de Seguridad, lo que generó fuerte malestar interno y pases de factura.

Justamente por eso reconocieron que “se habló poco de política” en el brindis de fin de año, que tuvo lugar el jueves en el Palacio San Miguel. Una veintena de diputados se juntó para cerrar el año, pero evitaron los temas polémicos como la alianza con LLA, la jugada de Bullrich en Ficha Limpia y las acusaciones contra Cristian Ritondo por presuntas sociedades off shore.

“Estuvimos todo el año haciendo la proeza enorme de mantener el bloque unido entre los de Patricia y los de Macri, era al pedo hablar de política”, reconoció con humor un diputado bonaerense.

Los acuerdos electorales del año que viene podrán empujar a una ruptura total -menos de una decena de legisladores responden a Bullrich- o, en caso de acercarse a LLA, ayudarán a tapar las internas.

Por su parte, el bloque de la UCR fue el que más dificultades enfrentó a la hora de tomar posición frente al gobierno libertario. Tuvo dos fracturas oficiales. La más reciente la protagonizó Mario Barletta, que se armó un monobloque curiosamente llamado “Unidos”.

No obstante, la de mayor impacto político fue la de los 12 diputados referenciados en Facundo Manes y el tándem Martín Lousteau/Emiliano Yacobitti, que conformaron el bloque Democracia para Siempre.

Los díscolos se fueron del bloque enfrentados con la estrategia de acompañamiento al Gobierno de Rodrigo de Loredo y de los mandatarios provinciales de la UCR (liderados por Alfredo Cornejo), y particularmente enojados con el voto de cinco miembros del bloque (bautizados radicales con peluca) que ayudaron a Milei a sostener los vetos a la reforma jubilatoria y el financiamiento universitario.

Si bien los cinco radicales libertarios continúan siendo parte del bloque oficial, tres de ellos -Mariano Campero, Martín Alfredo Arjol y Luis Albino Picat- fueron expulsados del partido nacional por decisión del Tribunal Nacional de Ética. Resta ver si el año que viene todos o algunos de ellos deciden continuar en el bloque, directamente pasarse a las filas del oficialismo o armar un espacio por separado que opere en coordinación con los libertarios.

Unión por Patria tampoco pudo evitar las fugas. Poco tiempo después de que Milei asumiera el poder, los tres diputados tucumanos que responden al gobernador Osvaldo Jaldo decidieron conformar un bloque aparte llamado Independencia. La bancada de Germán Martínez pudo mantener unidos a los otros 99 durante el resto del año, pero en más de una oportunidad afloraron las tensiones con los cuatro diputados de Catamarca, ya que el gobernador Raúl Jalil también busca mantener una relación cordial con la Casa Rosada.

Las tensiones entre Cristina Kirchner, que asumió al frente del PJ nacional, y el gobernador bonaerense Axel Kicillof también podrían repercutir en el comportamiento del bloque, revitalizando la vieja disputa entre el camporismo y el PJ “tradicional”. Además, no pasó inadvertido que ninguno de los gobernadores peronistas estuvo presente en la ceremonia de asunción de CFK: el armado de las listas en cada distrito, especialmente si no hay PASO, seguramente avivará el fuego de la interna.

Por su parte, los gobernadores también tuvieron un comportamiento oscilante con el Gobierno de Milei y la ausencia de una estrategia coordinada los relegó a la impotencia. Su principal reclamo en la segunda mitad del año fue la aprobación de un proyecto de Presupuesto 2025 que le garantizara un mínimo de previsibilidad económica a las provincias. Sin embargo, se encontraron con la intransigencia de la Casa Rosada que no mostró demasiado interés por sentarse a negociar. Si bien todavía se puede debatir el Presupuesto durante sesiones extraordinarias en febrero, todo parece indicar que el Gobierno optará por prorrogar por segundo año consecutivo el plan de gastos vigente, lo que le otorga un amplio margen de discrecionalidad para redirigir partidas y pondrá a las provincias en una situación incómoda: tendrán que negociar recursos cara a cara de forma individual y desde una posición de debilidad ante el gobierno central.

Tras un año relativamente exitoso en términos legislativos, Milei buscará seguir explotando las tensiones internas en la oposición a la espera de un resultado contundente en las elecciones legislativas que le permita tener más autonomía en el Congreso en 2026. Pone en juego muy pocas bancas por lo que tiene casi asegurado el objetivo de tener un bloque más robusta a partir del próximo recambio.