El Gobierno dejará sin efecto los aumentos previstos para las tarifas de electricidad y gas natural para no poner en riesgo la desaceleración de la inflación, que podría haberse interrumpido en junio, por lo que avanzarán en la postergación de incrementos en estos rubros sensibles. Obviamente, eso implica mayor presión futura sobre los precios minoristas pero un alivio de corto plazo en el bolsillo.

La decisión se basa en que ya hubo aumentos durante junio. Además, las nuevas subas tendrían un gran impacto sobre los ingresos por la estacionalidad, ya que se trata de uno de los meses con más consumo tanto de gas como de electricidad por temperaturas frías.

Por otra parte, Impuesto a los Combustibles Líquidos sólo aumentará el 1%, por lo tanto el precio de la nafta no llegará a no se incrementará 18% desde el 1 de julio como se preveía. Por eso, un decreto diferirá el incremento del ICL pautado para el próximo lunes.

La decisión no sólo tiene que ver con garantizar el sendero de desinflación. El superávit fiscal conseguido hasta mayo y las perspectivas favorables por la sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal permitirán mayor recaudación que da más aire al Palacio de Hacienda.