El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), que viene midiendo indicadores socioeconómicos hace años, difundió un informe que revela un estremecedor aumento de la pobreza: trepó del 44,7% en el tercer trimestre del 2023 al 55,5% en el primer trimestre de este año, en tanto que la indigencia pasó del 9,6% a 17,5% en el mismo período.

De acuerdo al mismo estudio, la pobreza -que se determina por el valor de la canasta básica alimentaria- ya alcanza a 24,9 millones de residentes en áreas urbanas en el país, mientras que unos 7,8 millones de personas están sumergidas en la pobreza extrema o indigencia.

Esto implica que cerca de 25 millones de argentinos no cuentan con los recursos mínimos para satisfacer sus necesidades de alimentación, vestimenta y vivienda para subsistir un mes. De ese total cerca de 8 millones no están en condiciones de adquirir los niveles de comida indispensables. Pero nada de esto es azar, hay una combinación de cifras que explican el aumento de la pobreza dado que en la Argentina esta medición se realiza por ingresos. El aumento de los precios de la canasta básica y una actualización de ingresos por debajo de esa cifra es la principal causa que explica el aumento de la pobreza.

El trabajo de la UCA refiere a la situación al 31 de marzo de 2024, período en el que golpearon con mayor fuerza las primeras medidas del gobierno de Javier Milei. La devaluación provocó una estampida de los precios y los ingresos no corrieron a la par sumiendo a gran parte de la población en la pobreza. A eso se agregó una continua actualización de los precios de las tarifas de los servicios públicos.

De acuerdo a los datos oficiales, la inflación acumulada en el primer trimestre alcanzó a 51,6%, con un alza en los alimentos de casi 49%. En el mismo período y producto de la recesión la actividad económica se desplomó 6,2% en forma interanual, golpeando con mayor dureza a los sectores más vulnerables de la sociedad, especialmente a los trabajadores informales y a los que viven de las famosas “changas diarias”.

El último informe de salarios del Indec es elocuente: los trabajadores informales tuvieron una mejora en sus ingresos de enero a marzo menor al 30%, con lo cual hay 20 puntos de diferencia respecto a la evolución de los precios. En esa relación se explica desde lo estadístico el fuerte aumento de los niveles de pobreza.

También salieron perjudicados los trabajadores del sector público que en el primer trimestre obtuvieron mejoras salariales del orden de 43%, casi 7 puntos por debajo de la inflación.

La Canasta Básica Total (CBT) alcanzó a fin de marzo un valor de $773.385 para una familia tipo de matrimonio y dos hijos. Según el RIPTE en marzo de este año el salario promedio era de $705.832, lo cual marca una diferencia de $68 mil con relación a la CBT. En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) se ubicó en $358.048 para el grupo familiar.

La CBT es el valor que usa el Indec para fijar la línea de pobreza y la Canasta Alimentaria fija la línea de indigencia.

Cómo impacta en la educación
Considerando a niños y adolescentes, el 42,6% de ellos reside en hogares que reciben la AUH+Tarjeta Alimentaria, el 50% asiste a comedores escolares, el 36,7% recibe caja o bolsones de alimentos de comedores y el 11,1% recibe caja o bolsones de alimentos de comedor no escolar; sumando muchos hogares más de un beneficio, detalla la UCA. Sobre la situación educativa, se destaca que el 23% de los niños de entre 3 y 5 años no asiste a la escuela, el 0,4% de los que tienen entre 6 a 12 años no va a la primaria, el 9,1% asiste con sobreedad a la escuela primaria. En tanto, el 35,3% de los jóvenes de 18 a 29 años no logró terminar la escuela secundaria.