El papa Francisco volvió a mostrarse en público ayer, al presentarse por sorpresa en la Plaza San Pedro luego de dos semanas de aislamiento en su residencia y 38 días de internación por una neumonía bilateral que, según fuentes eclesiásticas, “llegó a amenazar su vida”. Según supo la Agencia Noticias Argentinas, el pontífice de 88 años fue trasladado en silla de ruedas y con oxígeno suministrado por cánulas nasales hasta el centro de la plaza, donde se celebraba la misa del Jubileo de los Enfermos, una ceremonia muy esperada por el contexto personal del Papa y por la agenda del Año Santo.

“Buen domingo a todos. Muchas gracias”, alcanzó a decir el Papa en un estado de notable debilidad, según mostraron las imágenes del Vaticano.

Francisco no pudo dar un mensaje completo, pero pasó brevemente entre los fieles en un clima de aplausos, emoción y gritos de “¡Viva el Papa!”. En la misa, presidida por el arzobispo Rino Fisichella, se leyó un mensaje escrito por el Papa en el que habló de su enfermedad: “Comparto mucho con ustedes: la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás”.