El Banco Central volvió a vender ayer divisas por octava jornada consecutiva y las reservas cayeron al nivel más bajo desde que asumió Javier Milei. La autoridad monetaria se tuvo que desprender de otros US$ 48 millones y de este modo, en las últimas ocho ruedas perdió US$ 1.361 millones.

En ese marco, las reservas brutas internacionales retrocedieron a US$ 26.246 millones, la cifra más baja desde fines de enero de 2024. El dólar minorista -sin impuestos- cotizó a $1.042,56 para la compra y a $1.101,971 para la venta. En el Banco Nación, el billete cerró a $1.091,50. Por su parte, el dólar blue operó a $1.305 y la brecha cambiaria se amplió al 21,7%,

El dólar MEP se ubicó en $1.305,15, por lo que la brecha con el oficial escala por encima del 21,8%, en tanto, el Contado con Liquidación (CCL) se ofreció a $1.305,15 y el spread con el oficial también orilló el 22%.

En este contexto de fuerte nerviosismo de la plaza financiera por las condiciones y el monto que finalmente enviará el Fondo Monetario Internacional por el nuevo acuerdo, el mercado trascendieron algunas de las opciones que podrían consensuar el Gobierno y el FMI sobre el futuro de la regla cambiaria, con el objetivo de que el BCRA vuelva a acumular reservas.

Argentina ya tuvo un esquema de bandas de flotación. Fue una experiencia fallida que existió durante el gobierno de Mauricio Macri.

La idea de ese esquema es la de una “flotación sucia”. Es decir, la cotización del dólar se puede mover dentro de las bandas elegidas (piso y techo); y el Banco Central solo interviene en caso de que la paridad toca el piso y el techo. En el piso, el BCRA compra dólares y en el techo interviene con ventas. En el medio, el tipo de cambio “flota”.

Distintos países, incluso en América Latina, aplicaron este régimen en los últimos años. Chile e Israel durante la década del 80. Y México durante los años 90. Más acá en el tiempo, Colombia tuvo su propia estrategia. Lo mismo que Uruguay, allá por el año 2002. Ahora, otra vez, se analiza para que se aplique en Argentina.