Bajo el lema: “La juventud peregrina a Luján por la patria”, el 25 de octubre de 1975 unos 30 mil fieles peregrinaron por primera vez, realizando un recorrido preestablecido de unos 60 kilómetros aproximadamente desde el Santuario de San Cayetano en Liniers hasta la Basílica.

La idea surgió casi en silencio entre un grupo de fieles de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Villa Urquiza, con el padre Raúl Rossi ya fallecido que buscaban encender la chispa de la fe en medio de la desesperanza que entonces, como en otros muchos tramos de la historia, atravesaba el país. Eran momentos de oscuridad, por eso, aquellos chicos no imaginó nunca que 50 años más tarde, cerca de un millón de peregrinos se daría cita cada año para caminar hacia la casa de la Virgen Patrona de Argentina.

En 1975, Argentina enfrentaba otro escenario social complejo en la previa del golpe cívico militar que inauguró uno de los períodos más oscuros del país. A la crisis y la fuerte devaluación conocida como “Rodrigazo”, se le sumó la inestabilidad política en el gobierno de Isabel Martínez de Perón, signada por divisiones dentro del peronismo, cambios en el gabinete, y una administración débil. Esto dejó preparado el escenario para el golpe de Estado de 1976.

Este caldo de cultivo, que consumía en futuro de los jóvenes movilizó al grupo que ideó la marcha para pedir protección a la Virgen para el Pueblo argentino. Tan difícil era el momento que la peregrinación no contó con mucho respaldo abierto de la jerarquía eclesiástica, por eso, un dato no menor de aquella muestra de fuerza y fe, es que uno de los peregrinos de aquella primera edición fue Mons. Oscar Ojea, actual Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

Elba Romitelli de Scutari (65), que se contó entre los organizadores de la primera peregrinación juvenil a Luján, contó recientemente cómo salieron a convencer a los feligreses para que participen de aquella primera marcha.

“Armamos audiovisuales con filminas y proyector, más el grabador, para contarles a los chicos de las parroquias de Capital y Gran Buenos Aires y con curas amigos quién era María de Luján, la historia de la Virgen, de las peregrinaciones, del Negrito Manuel, y les decíamos que queríamos caminar. Y la propuesta prendía”.

Recuerda que fueron 18 horas de marcha y que los baños eran las estaciones de servicio pero también las casas particulares de gente común que abría las puertas y nos decía: “chicos, vengan al baño”. O señoras que desplegaban las mangueras de su jardín para darnos agua porque nos moríamos de calor.

Hoy será la marcha 50. Lo triste que la situación social de Argentina ha cambiado poco y nada desde aquella primera vez.