El papa Francisco beatificó ayer a Juan Pablo I, el pontífice que estuvo en su cargo solo 34 días en 1978, luego de que el Vaticano aprobara un milagro que se le atribuye sobre una niña argentina.
Juan Pablo I, de nombre Albino Luciani, fue Papa entre el 26 de agosto de 1978 y su inesperada muerte el 28 de septiembre de ese mismo año. Su fallecimiento siempre estuvo rodeado de hipótesis diversas, hasta que recientemente documentos oficiales confirmaron su deceso a causa de un infarto.
Durante la homilía Francisco resaltó que el nuevo beato vivió "con la alegría del Evangelio, sin concesiones, amando hasta el extremo". "Él encarnó la pobreza del discípulo, que no implica sólo desprenderse de los bienes materiales, sino sobre todo vencer la tentación de poner el propio yo en el centro y buscar la propia gloria", enfatizó Jorge Bergoglio.
"Por el contrario, siguiendo el ejemplo de Jesús, fue un pastor apacible y humilde", lo destacó en medio de la fuerte tormenta eléctrica que tiñó de gris el cielo romano.
El milagro que abrió las puertas a la beatificación se trata de la curación de una niña de 11 años en Buenos Aires el 23 de julio de 2011, que padecía "encefalopatía inflamatoria aguda severa, enfermedad epiléptica refractaria maligna, shock séptico" y que para entonces estaba al final de su vida, precisó el Vaticano. El cuadro clínico de la niña era muy grave, caracterizado por numerosas crisis epilépticas diarias y un estado séptico causado por una bronconeumonía. La iniciativa de invocar al papa Luciani la había tomado el sacerdote Juan José Dabusti, párroco de la parroquia a la que pertenecía el hospital, del que era muy devoto. "Al verla en ese estado, me animé a dirigirme a Juan Pablo I para pedirle la recuperación de su hija, y junto con ella y algunas enfermeras presentes, le recé", relató el sacerdote en Roma antes de la beatificación.
La ceremonia de ayer tuvo además un inédito guiño del Vaticano a China, en medio de los constantes acercamientos promovidos por el Papa, ya que fue un artista del gigante asiático, Yan Zhang, el encargado de hacer el retrato oficial del nuevo beato que se colgó de la fachada de la Basílica de San Pedro.