Un herrero de la ciudad rionegrina de Viedma se convirtió en el primer nadador de aguas abiertas en cruzar el Canal de Beagle en plena temporada invernal, una hazaña a la que nadie se había animado, y ahora quiere representar al país en el mundial de la especialidad que se realizará el año próximo en Estonia.
Sebastián Rodríguez tiene 34 años y se gana la vida como herrero en la ciudad de Viedma, Río Negro, pero como nadador de aguas abiertas el sábado pasado cumplió el objetivo de cruzar el Canal Beagle en temporada invernal, un hecho inédito que nadie había logrado.
Rodríguez trabajó como empleado en varias herrerías de la capital rionegrina mientras aprovechaba la temporada de verano para desempeñarse como guardavidas, hasta que las piletas no fueron suficiente para contener su vocación por nadar y entonces comenzó a animarse con pequeños desafíos de aguas abiertas.
"De a poco fui agregándole más condimentos y complejidad. Nadé en ríos, en lagos de agua fría o de altura, y empecé un entrenamiento más dirigido a la especialidad", le contó a Télam el hombre que unió los 1.500 metros que separan el cabo Peña (en Chile) con punta Mackinlay (en Argentina) a través del Canal Beagle, en un tiempo de 29 minutos y 56 segundos.
El cruce fue realizado en condiciones de temporada invernal, con 5 grados de temperatura ambiente y 1 grado de sensación térmica, y sin protección en el cuerpo, según certificó la empresa Swin Argentina, dirigida por el experimentado nadador Matías Ola, que estuvo a cargo de la logística de la travesía.
Rodríguez había llegado a Ushuaia una semana antes, para aclimatarse con entrenamientos en playas cercanas a la ciudad y con una inmersión de 5 minutos en Laguna Esmeralda, un espejo de agua semicongelado situado al final de un glaciar en las afueras de la capital fueguina.
"Había nadado en Ushuaia el año pasado, pero solo en pequeños tramos y junto a otros 46 nadadores. Me había quedado pendiente la experiencia del cruce personal y por suerte pude hacerlo", sostuvo el deportista que entrena cinco veces por semana en el río Negro, donde la temperatura del agua en invierno desciende hasta los 6,8 grados.
"Así se acostumbra el cuerpo, trabajando todos los días, aunque haya viento o llueva. También hay que entrenar la mente. El frío produce unos pinchazos y ardor los primeros dos o tres minutos, pero luego el cuerpo se acostumbra y la experiencia comienza a disfrutarse", señaló Rodríguez.
Después del Beagle, el nadador de Viedma tiene programado hacer una incursión en el Lago Puelo, en Chubut, y también participar de una competencia en Mar del Plata, aunque su máxima aspiración es "conseguir los apoyos" para participar de la delegación argentina que formará parte del campeonato mundial de la especialidad en Estonia, en marzo de 2018.
Mientras tanto, en el lugar donde vive, Rodríguez logró abrir su propia herrería en las afueras de la ciudad, y al tiempo que sigue una alimentación "básica, aunque rica en proteínas" y entrena en el río "todos los días menos sábado y domingo", cumple con los pedidos de sus clientes y atiende el negocio que asegura su sustento diario.
"Es un taller pequeño. Hago rejas o lo que me pidan dentro del rubro. Algunos saben de mi faceta deportiva y me preguntan cada tanto. Otros me llaman loco. Igual, todos terminan pidiéndome descuento", bromeó el primer hombre que se animó a desafiar el mítico Canal Beagle cuando la nieve ya había cubierto de blanco la ciudad más austral del mundo.