En dos horas de discurso, Alberto Fernández desafió enérgicamente a la Corte Suprema de Justicia al habilitar ayer el periodo de sesiones ordinarias del Congreso.
"Si hubiera prosperado una reforma de la Justicia federal (presentada en julio de 2020) y si la Corte Suprema no hubiera tomado por asalto al Consejo de la Magistratura, hoy Santa Fe no estaría padeciendo la carencia de tribunales que impiden enjuiciar con rapidez al crimen organizado", criticó el Presidente en su discurso ante la Asamblea Legislativa, ante la presencia de funcionarios nacionales, legisladores y gobernadores.
Al referirse al caso Vialidad, Alberto Fernández consideró que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió una condena "en un juicio simulado en el que no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política".
En su discurso que comenzó a las 11.36, el mandatario dijo que prometió "al asumir la Presidencia que pondría fin a los sótanos de la democracia. El personal de inteligencia del Estado ya no se vincula con los jueces". En alusión al Gobierno anterior, el presidente Alberto Fernández dijo que "el espionaje interno ya no existe".
Los únicos dos miembros de la Corte Suprema de Justicia, su presidente Horacio Rosatti, y Carlos Rosenkrantz, que asistieron a la Asamblea se mantuvieron imperturbables ante los cuestionamientos que les dirigió el Presidente.
"Mientras que muchas provincias necesitan realizar obras que permiten asegurar servicios tan esenciales como el agua potable para sus habitantes, la Corte Suprema de Justicia aseguró con la cautelar a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden, contrariando la ley de coparticipación vigente. Le quita dinero a los que más necesitan y destina esos mismos recursos a la ciudad más opulenta del país", dijo Alberto.
La mención de la coparticipación encendió el enojo de opositores, mientras Alberto estaba acompañado por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la Asamblea realizada en el recinto de la Cámara de Diputados.
Ayer "comenzó el final de la decadencia. En 2024 empieza una nueva historia", dijo Javier Milei.
Debajo de la hojarasca de números, ejemplos, interpretaciones y el novedoso -pero sobreexplotado- recurso de citar a personas presentes para "corporizar" los supuestos éxitos políticos del gobierno, durante las dos horas de su discurso ante la Asamblea Legislativa Alberto Fernández estuvo bajo la mira de su vice y la copiosa ala K de su gabinete para medir el índice de virulencia de su ataque a la Justicia. Y pese al esfuerzo presidencial por pasar esa prueba -forzando datos, omitiendo otros o directamente alejándose de la realidad- posiblemente no lo haya logrado completamente.
Alberto no pronunció la palabra clave que el kirchnerismo quería escuchar de su boca: la denuncia contra la "proscripción" de Cristina. Utilizó otros términos para referirse a la situación de la vicepresidenta. Dijo que "se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando su inhabilitación política". Por fuera de esa cuestión semántica, hizo varios deberes frente a la cúpula K, porque criticó enérgicamente al Poder Judicial, apuntó que "los que atentaron contra la Constitución son los que armaban mesas judiciales" y cruzó, en una escena inédita, a los dos miembros de la Corte Suprema que estaban a centímetros suyos en el recinto. Llegó, incluso, a señalarlos con el dedo.
Fernández se explayó largamente sobre los presuntos logros de su gestión, con un sinfín de datos de gestión que generaron cierto tedio en el recinto, al punto que las cámaras enfocaban a muchos legisladores relojeando su teléfono celular. Si bien dijo que "la alta inflación es un factor central de desorganización de la economía", se ocupó de trazar un panorama económico optimista.
Más que mostrarse como un mandatario con proyección para ir por un segundo mandato, Fernández buscó exaltar lo que hizo hasta esta instancia, en lo que pareció una construcción de su legado.
"Habrán tenido un presidente que honestamente todo lo entregó y sólo se llevó el enorme honor que me han dado de presidir los destinos de esta Patria", dijo hacia el final, en una frase de Alberto que sonó más a despedida que a un jefe de Estado que va por un segundo período.
Sin embargo, un alto funcionario de su entorno íntimo aclaró que esa oración no debe interpretarse como un renunciamiento a su reelección.