Más de seis horas de refriegas que en varios picos de la tarde derribaron en una verdadera batalla campal dejó un tendal de heridos y detenidos y la Plaza del Congreso arrasada tras una remodelación de hace sólo tres meses fueron las imágenes lacerantes de la protesta contra la reforma previsional.
Un importante grupo de vándalos encapuchados, armados con palos y mochilas llenas de piedras, descargó un verdadero infiero de piedras y pedazos de mampostería contra los efectivos policiales, que en un reducido grupo, intentaba sostener el cerco perimetral pero que se vieron desbordados. La guerra sin cuartel fue derivando de a poco en un cara a cara entre policías y los violentos que con gomeras o mano limpia sometían a los uniformados a una lluvia de pedradas nunca vista. La policía intentaba contener los ataques con intervenciones esporádicas de los carros hidrantes y el uso de gas pimienta y balas de goma. Por la noche y desde distintos barrios de Capital Federal, al cierre de esta edición, se escuchaban los sonidos de las cacerolas en manifestaciones que buscaban confluir en el Congreso de la Nación.
Por esas horas, la policía de la Ciudad sólo hacía lo imposible por sostener el cordón y refugiarse tras los escudos. Uno a uno iban cayendo producto de las heridas. Es que su accionar estaba bajo la lupa de la Justicia que había ordenado respetar la ley que prohibe el uso de armas de fuego para contener una manifestación callejera.
La decisión fue de la jueza en lo Contencioso y Administrativo tributaria, Patricia López Vergara, en respuesta a una presentación del legislador porteño del kirchnerimo Mariano Recalde.
En este caso, se limitó el uso de balas de goma y gases lacrimógenos como “último recurso” en el operativo.Por eso, por horas la policía permaneció en una actitud casi pasiva que implicaba sostener lo vallado pero la resistencia fue débil. Además, debía informarse la nómina de vehículos a usarse y entregar a la jueza luego las filmaciones y registros del operativo hechas con drones o equipos de filmación. “Las revueltas durante la manifestación se desarrollaron a partir de las 13.30 a metros del Palacio Legislativo, y, luego, desde las 17, tras el retiro del grueso de los manifestantes, a la 9 de Julio y avenida de Mayo, donde también hubo enfrentamientos y se registraron detenciones.
La Policía de la Ciudad, en un último informe pasadas las 19, informó que la fuerza registró decenas de heridos de distinta consideración (traumatismos oculares, politraumatismos y traumatismos de cráneo). La fuerza de seguridad porteña consignó que el SAME informó que atendió a 81 pacientes, entre ellos personas mayores y agentes policiales, que fueron trasladados a los hospitales Ramos Mejía, Penna, Santa Lucía, Argerich, Durand, Churruca y Rivadavia. En tanto, la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) informó que registró 64 detenciones.
Varios periodistas sufrieron heridas. Poco después de las 18, Julio Bazán, de TN, fue agredido cobardemente en la esquina de 9 de Julio y Avenida de Mayo, por un grupo violento que lo obligó a refugiarse en la boca del subterráneo de la línea A. Bazán fue abordado por varios jóvenes que lo rodearon y comenzaron a insultarlo. Mientras intentaba alejarse, recibió una patada en la espalda y además le arrojaron gas en la cara. Antes había sido agredido, en la Plaza del Congreso, otro periodista de TN, Sebastián Domenech. A la noche la tensión había vuelto de la mano de los cacerolazos, aunque hasta pasada la medianoche eran protestas pacíficas.
Periodistas heridos
La Correpi denunció la detención de trabajadores de FM La Patriada. También fue herido el periodista Mauro Fulco, de C5N, y otro Crónica TV. Se denunció la agresión policial a dos fotógrafos de Página 12: Bernardino Ávila, con un corte en la frente, y Leandro Teysseire, lastimado en la cara.
Llegaron refuerzos
La situación se tornó tan desbordante que, aunque se dispuso que al frente del operativo estuviera solamente la Policía porteña, a cargo de la Ciudad, finalmente se decidió la llegada de la Policía Federal y de la Gendarmería, fuerza de naturaleza militar que depende del Ejecutivo.