Abril Dispenza, la bebé que tuvo en vilo al país en 2004 porque necesitaba un nuevo corazón y cuya historia sirvió de impulso para que se sancionara la "Ley del Donante Presunto", cumplió 15 años y lo festeja con el equipo del Hospital Garrahan que practicó el primer trasplante del país con un órgano no compatible y con la familia de la niña que le dio la posibilidad de sobrevivir.
Por todas estas cosas, "sabíamos que iba a ser muy emotivo", contó Abril. "Ya está todo listo. Hace dos años dijimos: "tenemos que empezar a hacer". Ahora no falta nada. Yo muchos cumpleaños de 15 no tuve, porque soy de las primeras del curso, pero él, que tiene más idea, me fue aconsejando y fuimos armando todo como yo lo quería", agregó señalando a su papá, disc jockey profesional desde hace 29 años.
Abril no espera que su padre se haga cargo de la bandeja durante la fiesta porque "va a estar llorando por los rincones", contó previo a un intercambio de risas cómplices, "pero yo en algún momento capaz sí pase música porque a veces practico en casa y me gustaría trabajar con él".
No obstante, Abril tiene claro que quiere estudiar medicina cuando termine la secundaria; quizás conmovida por la proeza de la ciencia médica que le permitió sobrevivir y el ejemplo de tantos médicos que la atienden en el Hospital Garrahan, en la ciudad de Buenos Aires, desde que era una bebé.
Abril nació completamente sana el 10 de agosto de 2002, pero cuando tenía apenas un año fue afectada por un adenovirus que se le alojó en el corazón provocándole una cardiopatía que se agravó hasta dejarla en emergencia nacional para un trasplante. La desesperación de Sergio y Carolina -sus padres- por encontrar un donante los llevó a hacer público el caso, hasta entrevistarse con el por entonces presidente Néstor Kirchner, quien pocos meses más tarde firmaría el proyecto de ley para que se considere "donante tácito" de órganos a aquel mayor de 18 años que no dejare constancia expresa de su oposición. La foto lo mostró con Abril ya curada, sentada en su escritorio.
"Ese fin de semana del trasplante, Abril se moría. Ya nos habían dicho que posiblemente no pasaría el fin de semana porque estaba realmente muy mal. Además tenía la mala suerte de ser "B negativo", igual que yo, y era muy complicado conseguir un órgano de ese grupo y factor", contó Sergio.
La familia esperaba un milagro y los médicos pusieron mucho de su parte para hacerlo realidad porque, cuando apareció la donante, no era compatible con Abril por su grupo sanguíneo.
"Los cirujanos Horacio Vogelfang y Gerardo Naiman me llamaron para decirme que estaban estudiando un protocolo canadiense de trasplante con sangre cruzada para el que había sólo dos precedentes a nivel mundial. Más allá de la magia que tienen en sus manos, yo destaco la valentía de los médicos, porque si dejaban pasar el órgano, Abril se moría y ellos no arriesgaban: pero lo hicieron y ella hoy está cumpliendo 15 años", celebró Sergio.
La expectativa era tal que, durante la operación, los padres fueron acompañados en la espera por el ministro de Salud de entonces, Ginés González García, que también esperaba asistir anoche a la fiesta de 15 de Abril.
La donante resultó ser Ayelén, una nena de 18 meses que ese día había entrado en muerte cerebral tras haber sobrevivido unos días al accidente automovilístico en el que fallecieron su madre y una hermana.
Al año de vida fue afectada por un adenovirus. Se le alojó en el corazón, provocándole una cardiopatía.
El padre de Ayelén, Enrique Pereyra, quiso conocer tiempo más tarde a los Dispenza y hoy un entrañable vínculo une a ambas familias. "A Enrique lo sentimos como de la familia y va a venir con sus hijos, sus nietos y su mamá. La verdad que es alguien muy importante para mí", cuenta Abril. "El negro siempre dice que por lo menos él siente que la vida de Ayelén no fue en vano, que eso de alguna manera lo tranquiliza; y yo le dije a él un montón de veces que me siento doblemente responsable al cuidar a mi hija, porque también estoy cuidando el corazón de la suya", agregó Sergio.
En plena adolescencia, Abril cuenta que ya superó la etapa de pasar horas leyendo notas periodísticas de la época en que su salud era un tema nacional. "Él a veces me muestra las notas que le hacían cuando yo era chiquita y tuve mis épocas de estar buscando información", dice. En la escuela todos conocen su historia porque ella se encargó de contarla a quien quisiera oírla.
"En primer año no me prestaban tanta atención, pero en segundo tuvimos que filmar un corto llamado Un minuto de amor. Elegimos contar mi historia y los chicos se metieron y me preguntaron mucho más", contó.
El propósito del video es el mismo que impulsa a los Dispenza a seguir difundiendo su caso en los medios. "El mensaje es la donación de órganos, porque a mí, que en el colegio nunca me hablaron de la donación de órganos, si no me hubiera pasado, nunca me habría enterado", reflexionó Abril. Télam