En un nuevo capítulo del conflicto que los peones de taxis porteños mantienen contra Uber, trabajadores nucleados en la agrupación Taxistas Unidos atacaron ferozmente a un chofer de la aplicación en pleno centro porteño.

 

 

Todo ocurrió el sábado a la noche a metros del Obelisco y terminó en un brutal  enfrentamiento cuando el hombre, de origen venezolano, llamó a varios de sus compatriotas para que lo secundaran en la pelea. 

 

El auto que los taxistas reconocieron como un prestador de Uber circulaba por Carlos Pellegrini, cuando fue interceptado por el contingente de choferes de forma muy violenta. El conductor rápidamente se comunicó con sus pares que llegaron hasta el lugar y salieron, a los golpes, en defensa de su compañero.

 

Los testigos aseguran que eran más de 20 y que llegaron en motos y bicicletas que utilizan para trabajar como repartidores de las aplicaciones Rappi y Glovo. 

 

Según puede observarse en las imágenes tomadas desde los vehículos que circulaban por el lugar, la pelea se sucedió a golpes de puño, patadas, empujones, e incluso los repartidores llegaron a usar sus cascos como arma contra los taxistas.

 

Durante el tiempo que demoró en llegar la Policía de la Ciudad todo fue un caos, con el tránsito cortado sobre Pellegrini, una caravana de autos que intentaba abrirse paso, y un espectáculo violento y sin freno que se cobró varios heridos leves. 

 

Del operativo para desarticular el ataque también participó personal de Gendarmería y fue necesario desplegar una gran cantidad de agentes. 

 

El rechazo de los taxistas de la Ciudad de Buenos Aires contra la plataforma de gestión de viajes es una causa que unifica a las distintas agrupaciones sindicales en las que se enlistan los choferes. Todos quieren que tanto esta aplicación como otras similares dejen de funcionar en el país. Las consideran ilegales, las acusan de “operar en la informalidad en nombre de las tecnologías, que agudizan la precarización laboral y restan alto porcentaje de trabajo en una actividad totalmente formal y regulada”. 

 

No obstante, y más allá de una causa común, el grueso de los gremios se desprende de las prácticas violentas, la persecución y el hostigamiento que un núcleo menor despliega sobre conductores y vehículos cuando sospechan que presta servicio para Uber. Según datos oficiales, entre enero y septiembre de 2018 hubo al menos 750 ataques de los “caza Uber”, y se radicaron 250 denuncias formales. También se retiraron licencias de conducir a choferes que fueron identificados como agresores.

 

En paralelo, la aplicación sortea un conflicto con la AFIP, que le reclama una deuda de $ 358.700.000 por impuestos impagos correspondiente a los períodos fiscales 2016-2017. El fisco entiende que Uber desarrolló un servicio de transporte por medio del trabajo de los propietarios de los vehículos y de sus conductores. De este modo, corresponde que la empresa pague IVA y Ganancias a través de su representación permanente en el país.

 

Asimismo, la Dirección General de los Recursos de la Seguridad Social de la AFIP estableció que los choferes de Uber son empleados en relación de dependencia y no independientes, como sostiene la empresa. Ésta, por su parte, refutó los dichos mediante un comunicado afirmando que “paga todos los impuestos” y que “no evadió ni evade aportes de la seguridad social, ya que no corresponde su pago por la naturaleza de la actividad que realizan los conductores” ya que nos son “empleados de la plataforma”.