Hace unos días, Carlos Fara publicó un interesante y polémico artículo en el blog Siete Miradas, en el que sostiene que las próximas elecciones del 2015 se definirán en primera vuelta a favor de un candidato opositor.
El presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos, que visitó la provincia hace días, sostiene su afirmación en dos pilares centrales:
1- Se da un escenario de cambio, en el que la ciudadanía pide modificaciones en el rumbo, teniendo en cuenta que ‘en los últimos 30 años nunca se dio un resultado contrario al que desea la mayoría de la sociedad‘
2- A los argentinos no nos gusta el balotaje. En situación económica inestable, el electorado apoyará al opositor con más fuerza, utilizando información de las encuestas.
En esta columna nos detendremos en algunas implicancias de ese análisis, y matizaremos algunos puntos.
¿Con cuánto se gana?:
El sistema electoral argentino afirma que, para ganar en primera vuelta, la fórmula de presidente y vice debe obtener más del 45 por ciento de los votos, o más del 40 por ciento con una diferencia mayor a 10 puntos sobre la segunda fórmula. En ese contexto, muchas cosas dependen de cómo se configure el tablero electoral y de la coyuntura de expectativas económicas y evaluación de la gestión.
El tablero electoral:
Hace un tiempo se hace referencia a un triple empate entre los candidatos que hoy presentan mayor intención e voto. Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri se muestran muy cercanos en las mediciones de opinión pública realizadas últimamente. Hoy hay balotaje. Pero esa es la foto actual y faltan casi 9 meses para las elecciones. En el medio, nada menos que el armado del tablero electoral y la campaña política.
Muchas veces se desprecia el poder de la arquitectura electoral para ensalzar lo que puede lograrse en el marco de la campaña electoral. Pero lo cierto es que una buena estrategia de armado del escenario electoral es la base en la que se desarrolla la campaña. Por ejemplo, en la actualidad se presentan tres candidatos competitivos, más una cuarta fuerza (UNEN) que no se sabe si terminará consolidándose o desperdigándose y sumando a otras (como preanuncia la partida de Elisa Carrió, por ejemplo). A esto se suma, al menos, una probable alianza de partidos de izquierda.
Pero lo cierto es que un escenario de tres candidatos competitivos es muy diferente a uno de cuatro. El escenario de tres, por una cuestión matemática, hace más probable que uno pueda arañar los 40 puntos, que lo dejaría en las puertas de la victoria en primera vuelta, si existe paridad en los otros candidatos. La campaña puede, tranquilamente, generar variaciones de 5 a 10 puntos. En un escenario en el que surja esta cuarta fuerza con pretensiones la cuestión se complica: mientras más comensales hay las porciones son más pequeñas y el 40 por ciento queda más lejos.
¿Se debe descartar un escenario de victoria en primera vuelta? De ninguna manera. Aunque la foto de hoy no muestre ese escenario, la película es larga y el tablero todavía no está armado
El escenario de cambio:
En Argentina, más del 60 por ciento del electorado demanda hoy modificaciones respecto del rumbo del país. Pero, a diferencia de otras etapas, esas demandas son, para la mayoría, demandas de cambio limitado y no rotundo. La magnitud de ese cambio estará en cuestión en los próximos meses y tendrá que ver con la coyuntura económica que se presente. Como en varios países de Latinoamérica, el debate parece ser entre ‘cambio con continuidad‘ o ‘continuidad con cambio‘
En ese gradiente de demandas podemos situar a los actuales candidatos y notaremos que ninguno de los actualmente instalados marca una continuidad pura y tampoco un cambio rotundo y polar. Las principales opciones se plantan del siguiente modo: Scioli podría representar a la ‘continuidad con cambios‘. Massa y Macri al ‘cambio con continuidad‘. Podemos discutir las proporciones de ambos ingredientes, pero es claro que ningún candidato plantea mantener las cosas tal y como están. Y tampoco una revolución.
Al mismo tiempo, la imagen de la gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha mostrado importantes variaciones en tiempos muy cortos, con su punto más bajo en 2008-2009 (rozando el 20 por ciento de aprobación) y el más alto en 2011 (superando el 60 por ciento). Difícil saber hoy en qué valor se encontrará en agosto de 2015.
Los 10 puntos que hacen falta:
Scioli tiene un apoyo actual de entre 25 y 30 puntos, distante de los 54 obtenidos por CFK en 2011. Pero una base interesante para intentar garantizar apoyos territoriales, aprovechar la estructura del Frente para la Victoria (FpV) y seducir independientes para captar en estos meses unos 10 puntos adicionales, que lo dejarían cerca de una victoria en primera vuelta. La reciente reunión en Mendoza muestra los movimientos en el FpV para intentar unificar fuerzas y ganar potencia.
Macri, que creció varios puntos desde principio de año, intenta apropiarse del voto por el ‘cambio con continuidad‘ y se beneficia de una potencial disgregación de UNEN. Pugnará, en lo que viene, por fortalecer una base territorial que confiera volumen a su candidatura en el interior. Al mismo tiempo, intentará que esta última etapa de gestión sea prolija.
Massa tiene desafíos similares: tomar votos del ‘cambio con continuidad‘, construir territorialmente y no decaer en la agenda pública, ya que el no tener gestión actual lo protege de posibles crisis pero lo ata a la necesidad permanente de generar agenda o subirse a los temas de la misma para no perder el centro del escenario. Es probable que pugne con Macri por acordar con figuras de UNEN y por construir con actores territoriales potentes en los meses que vienen.
Las elecciones pueden ganarse con 40 puntos y creo que pueden estar a la mano tanto de oficialistas como de opositores.
Los tres candidatos pueden decir hoy: ‘¡Tan lejos y tan cerca!‘ y soñar con los 10 puntos de la felicidad. Esos que los dejarían en las puertas de la victoria en primera vuelta. Si eso no ocurre, nos espera el balotaje en octubre.
