La tendencia se viene repitiendo año tras año, con muy pocas variaciones: la Argentina sigue siendo uno de los países con menos tasa de graduación universitaria. Un nuevo informe indica que hoy, de cada 100 estudiantes que entran a la universidad, sólo 30 se reciben en el tiempo previsto. El resto abandona o, en el mejor de los casos, demora en graduarse. Existen diversas explicaciones e interpretaciones sobre el fenómeno, pero todos apuntan a un mismo punto: la combinación entre ingreso irrestricto y una secundaria en crisis, que ofrece bajos resultados y no prepara lo suficiente para la vida universitaria.

 

Los nuevos datos surgen de un informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, hecho con las últimas estadísticas oficiales. Para calcular la tasa de graduación -que algunos entienden como “eficacia” del sistema- armaron una “cohorte” teórica entre los alumnos que ingresaron en 2010 y los que se recibieron seis años después, en 2016.

 

De allí surge que de cada 100 que se anotaron en las universidades públicas, sólo terminaron 26 y en las privadas fueron 41. Aunque hay que hacer una aclaración: a las universidades privadas va el 21% de los estudiantes. Por eso, en el global, da que siete de cada 10 no se gradúan a tiempo.

 

La tasa de graduación disminuyó en los últimos tres años, tanto en las universidades públicas como privadas. “Había habido un progreso en años anteriores, pero ahora volvió a caer. Hay datos significativos, como que la eficacia también cae en las privadas y que hay muchas diferencias entre universidades. En algunas estatales, el 80% de los alumnos no aprueban más de una materia por año, pero hay otras que tienen mejor rendimiento que algunas privadas”, dijo  Alieto Guadagni, autor del estudio.

 

La diferencia sigue siendo muy grande con respecto a otros países de la región. En países como Brasil y Chile se gradúan más de la mitad de los ingresantes. En Colombia y México más del 80%. La Argentina está entre los países que más estudiantes tiene en sus aulas (438 cada 10.000 habitantes), pero con menos graduados(29 cada 10.000 habitantes).

 

Los especialistas coinciden en que la tasa de graduación está íntimamente vinculada al sistema de ingreso a la universidadde cada país. “La tasa de la Argentina es normal para un sistema de ingreso irrestricto como el nuestro. Aquí, la selección de los alumnos se realiza dentro de la misma universidad, una vez que los chicos ya ingresaron. En cambio, en otros países se hace en forma exógena, por afuera de la universidad”, dijo Marcelo Rabossi, investigador de la Universidad Di Tella.

 

Rabossi explica que existen distintos modelos de selección de los estudiantes. Los más restrictivos son de las universidades de elite de Estados Unidos. “Por ejemplo, en Harvard se gradúa el 95% pero tienen una selección previa brutal”, explica. Del otro lado, están países como la Argentina, Uruguay y Bolivia, donde entran todos pero se reciben menos.

 

Algunas voces señalan los beneficios de un sistema que, aunque no gradúe a muchos jóvenes, los esté formando algunos años en un ámbito universitario. Un estudio del Banco Mundial de 2017 para América Latina, por ejemplo, muestra que en Argentina los trabajadores con estudios universitarios ganan en promedio 40% más que los que tienen estudios secundarios. Pero los que tienen estudios universitarios incompletos también sacan diferencias: reciben un salario 20% mayor.

 

“En el mercado laboral, y bajo ciertas condiciones, el salario refleja la productividad del trabajador. Así, aun de manera incompleta la universidad le agregó valor al estudiante que no finalizó su cursada”, dice Rabossi.

 

Para Guadagni, en cambio, los estudiantes que abandonan son un “costo muy grande para un bajo beneficio”. “Son fondos públicos. Además, una trampa para el pibe, que es víctima ya desde el secundario”, dice y propone: “La única solución es un examen al finalizar la secundaria y que las universidades, con su autonomía, decidan con qué puntaje se puede ingresar y cuánto no”. Rabossi también cree que tiene que haber una selección desde el secundario, pero no a partir de un único examen sino ponderando los resultados en últimos años de la escuela media.

 

Para lograr mejores trayectorias universitarias, en el Gobierno nacional avanzan en un plan para que los estudiantes puedan cambiar de carrera sin tener que repetir materias mediante un sistema de “créditos” que certifican conocimientos, al estilo de las universidades europeas.

 

Los que más se gradúan son de ciencias sociales

 

Las ciencias sociales lideran la graduación universitaria en la Argentina, impulsadas por la mayor presencia de esas disciplinas en las universidades privadas.

 

De 124.675 graduados que hubo en 2016, 54.600 (el 44%) fueron de alguna carrera vinculada a las ciencias sociales, mientras que las carreras más técnicas -agrupadas como “Ciencias Aplicadas y Básicas”- solo tuvieron el 24,2% de los recibidos: 30.156 estudiantes.

 

Formar un profesional técnico es costoso y las universidades públicas son las que más aportan. El informe muestra que en las estatales hay 72 graduados de carreras técnicas por cada 100 de ciencias sociales, mientras que en las privadas esa proporción es de apenas 28,5.