Calles casi desiertas en la city porteña, aeropuertos paralizados, cortes de rutas, bloqueos de camiones en las fronteras y bancos cerrados fueron las estampas más resaltaron ayer en el primer paro general en nueve años de gestión kirchnerista que fue calificado por la Presidenta como ’apriete o amenaza’.
La protesta convocada por el sindicalismo opositor contenido en la CGT de Hugo Moyano y la CTA rebelde de Pablo Micheli, tuvo un alto impacto en todo el país y fue considerado como ’una jornada histórica’ por los organizadores que, envalentonados, advirtieron que ’si no hay una respuesta’ a los reclamos ’se profundizarán’ las medidas de fuerza conjuntas.
Moyano sintetizó que ’el silencio en las calles es la voz que el gobierno debe escuchar’, y debió admitir que ’sin ninguna duda la jornada de hoy ha tenido una adhesión mucho más de lo que nosotros imaginábamos’.
Micheli, por su parte, interpretó que el paro nacional ’demuestra que el Gobierno ha perdido el control del conflicto social’ y destacó que ’en toda la República hubo más de 300 y movilizaciones’.
El titular de la CGT Azopardo, Hugo Moyano, junto a su par de la CTA disidente, Pablo Micheli, y referentes del barrionuevismo, rechazó los cuestionamientos que se manifestaron desde el Gabinete nacional a la huelga y advirtió que ’desde la época de los milicos siempre se trató de desvirtuar el reclamo de los trabajadores y ahora con funcionarios de cuarta’.
Después de volver a criticar ’la soberbia’ de la Presidenta, los actores del sindicalismo opositor al kirchnerismo adelantaron que continuarán ’construyendo la unidad en la acción’ con ’todos los que estén dispuestos a pelear’ y el propio Moyano aseguró que ’están abiertas las puertas de su CGT para recibir a los dirigentes que se alinearon al oficialismo.
Desde el gobierno, los ministros intentaron minimizar la protesta al considerar que no fue una huelga sino ’un gran piquetazo nacional’ y se la vinculó con un ’reclamo político’ de los sindicalistas y una jornada que tenía por objetivo ’intentar crear un clima de violencia’.
El cese de actividades dispuesto por 24 horas incluyó la paralización de casi todas las líneas de trenes que recorren el área metropolitana, la cancelación de vuelos de cabotaje y regionales. Los piquetes en los accesos a la Capital Federal frenaron el habitual caudal de tránsito y forzó el cierre de comercios, entre otras consecuencias.
La sorpresa de la jornada fue la paralización de las líneas de trenes, con excepción del ramal Belgrano Norte, pese a los anuncios de que el servicio iba a funcionar que realizaron desde la Casa Rosada. Sin camiones ni bancos, y con la mayoría de las estaciones de servicio cerradas, la ciudad de Buenos Aires presentó el movimiento típico de un feriado.
Durante el paro nacional no se registraron graves incidentes, salvo episodios aislados que fueron utilizados por funcionarios nacionales y la propia Presidenta para hablar de ’prácticas violentas’, ’destrozos’ y ’violencia física’, a cargo de ’un grupo de delincuentes’. El sector agropecuario, a través de la Federación Agraria Argentina (Eduardo Buzzi) y los peones rurales de UATRE (Gerónimo Venegas) hicieron sentir fuerte el paro en las rutas y también en la comercialización de granos y hacienda.

