Para el Observatorio de la Deuda Social de la UCA el 31,4% de la población urbana es pobre, de los cuales un 5,9% son indigentes. Esto significa que la pobreza golpea a 13.500.000 personas. De este total, 2.540.000 son indigentes.

 

La mayor pobreza e indigencia afecta a los niños. El 48,4% de los menores de 14 años vive en hogares pobres. Son casi 5.200.000.000, de los cuales 1.070.000 pertenecen a familias que no tienen ingresos para asegurar una alimentación básica.

 

Así, casi 5 de cada 10 niños se alimentan, se educan y se desarrollan entre familias que no pueden comprar los bienes y servicios básicos lo que constituye un factor de reproducción de la pobreza.

 

La proporción de mujeres indigentes –7 %– es mayor que entre los varones, 5,5%. Y también en la pobreza: 36,1% entre las mujeres y 29,7% entre los hombres.

 

Por condición socio-laboral, la indigencia alcanza al 17,5% de los trabajadores marginales, por ejemplo, por trabajar “en negro”. Y al 13,5% de los que viven en villas y asentamientos. En tanto, la pobreza engloba al 64,5% de los trabajadores marginales, al 39% de la “clase obrera integrada” y al 56,8% de los que viven en villas y asentamientos.

 

Por regiones urbanas, con el 37,4% el GBA lidera la pobreza y con el 7,9%, la indigencia. En la Ciudad de Buenos Aires, la pobreza es del 8,5% y un 2,7% de indigencia.

 

Estos datos corresponden al tercer trimestre de este año, están actualizados de acuerdo al Censo 2010 y a los valores de las canastas básicas del INDEC y con una base muestral y una encuesta más amplia que incorporó más preguntas y, entre otros distritos, el tercer cordón el GBA. Por esos, motivos esas cifras no son comparables con mediciones anteriores del propio Observatorio que se basaban en el Censo de 2001 y canastas propias.

 

Con la anterior encuesta de la UCA, la pobreza no se ubicaría en 31,4% sino en 28,6% (igual que le dio al INDEC en el primer semestre de este año) con una reducción respecto de 2016 por la salida de la recesión y la mayor ocupación, sobre todo en el sector de la construcción; pero la indigencia treparía al 6,4%.

 

En síntesis, más allá de los porcentajes, la situación sigue siendo grave, con una leve mejora en el último año. En campaña y cuando asumió, el presidente Mauricio Macri habló de “pobreza cero” como uno de los objetivos de su gestión.

 

Agustín Salvia, director del Observatorio, señala que la medición de la UCA no compite sino que es “complementaria” de la del INDEC. Además de indagar sobre la indigencia y pobreza según los ingresos de las personas y familias también releva la “pobreza multidimensional”, que va más allá de la relación entre el ingreso de los hogares y el valor de las canastas básicas. Es que toma en cuenta las carencias de los hogares en alimentación, salud, servicios básicos, vivienda, educación, Seguridad Social y acceso a la información. El jueves, el director del INDEC, Jorge Todesca informó que el organismo estadístico nacional estaba avanzando en la medición multidimensional de la pobreza.

 

La medición multidimensional arrojó que el 28,1% de los hogares manifestó tener al menos tres carencias sobre las siete encuestadas, un porcentaje que supera incluso los resultados de las encuestas anteriores. Las mayores carencias se registraron en el acceso a la vivienda, en la conexión a la red cloacal y demás servicios básicos, en los servicios educativos y en salud. Por regiones, nuevamente el Conurbano bonaerense lidera los peores resultados.

 

“Esta situación (de vulnerabilidad) abarca en 2017 a casi el 80% de los hogares en villas o asentamientos, al 60% de los hogares de clase trabajadora marginal y al 64% de los hogares de nivel socioeconómico muy bajo”, dice el Informe. Y agrega que “tiende a ser mayor en el Conurbano bonaerense, donde uno de cada tres hogares se encuentra en esa situación”.

 

Eso indica, según Salvia, “una mayor pobreza estructural” que se combina con una mayor brecha de pobreza y de indigencia, y mayor desigualdad social. Es que, en promedio, para salir de la pobreza, los hogares deberían mejorar en un 40% sus ingresos.En tanto, el 10% más rico tuvo ingresos per cápita 18,3 veces superiores al 10% más pobre, una brecha récord.

 

“En términos de evolución, entre 2015 y 2016, se produjo una intensificación de los niveles de desigualdad existentes, la cual no parece haber evidenciado un retroceso durante el último año 2016-2017”, dice el Estudio.

 

Todos estos indicadores marcan que “los brotes verdes aparecieron, pero el derrame no llegó. Y resulta cada vez difícil sacar a la gente y a las familias de la pobreza estructural”, dijo Salvia.