Con la misma campera con la que se lo fotografió durante la madrugada de ayer en un boliche y con una frialdad que estremece, el cantante Cristian "Pity" Álvarez confesó el crimen de Cristian Díaz minutos antes de entregarse en la comisaría de Villa Lugano.
"Yo disparé, lo maté, era entre él o yo, cualquier animal hubiera hecho lo mismo", dijo el líder de la banda Viejas Locas.
Estas declaraciones, que no tienen valor legal porque fueron realizadas ante periodistas y no ante las autoridades judiciales, podrían adelantar la estrategia de su defensa: llevar el caso a un escenario de legítima defensa en medio de una pelea entre dos personas.
Con gorra de lana azul oscuro, lentes de sol blancos y una bolsa papel madera en sus manos, Álvarez llegó a la comisaría 52 de Villa Lugano minutos antes de las 7 acompañado por su abogado, donde se lo esperó durante toda la madrugada.
"No vengo a declarar, vengo a contar lo que pasó. Lo maté porque si no me iba a matar él, creo que soy inocente", insistió el rockero.
A partir de ahora, el artista deberá enfrentar un complejo panorama judicial. Es que a la declaración de varios testigos, se suman videos de cámaras de seguridad donde se lo ve descartar el arma y fugarse hacia la provincia de Buenos Aires. Además, se lo vio en un local bailable en el recital de Ulises Bueno. Si realmente hubo una pelea, ¿por qué no se presentó inmediatamente ante la Policía? Esas y otras preguntas deberá contestar a partir de ahora Álvarez.
Hay otro dato que podría deslegitimar su estrategia: al hombre asesinado no le encontraron armas los peritos de la Policía de la Ciudad que trabajaron en la escena del crimen. Tampoco tenía antecedentes violentos.