La Cámpora y el ultrakirchnerismo lograron mantener los principales despachos de la Cámara de Diputados, marginando para ello a históricos diputados del Frente para la Victoria-Partido Justicialista (FPV-PJ).

En tanto, macristas del PRO ganaron espacios, mientras el Frente Renovador (liderado por Sergio Massa) y el nuevo bloque Justicialista consiguieron estratégicos lugares en el Palacio Legislativo.

A nueve meses de la asunción de los nuevos diputados, y a ocho del conflicto que incluyó la disputa por el despacho destinado originalmente a Máximo Kirchner, las autoridades de la Cámara lograron equilibrar el esquema de reparto de espacios con que se encontraron cuando asumieron.

Finalmente el hijo de la expresidenta Cristina Kirchner logró quedarse con el despacho en el tercer piso del Palacio. Las autoridades de la Cámara, con el macrista Emilio Monzó a la cabeza, mantuvieron una pulseada con el santacruceño que incluyó la clausura del despacho -fajas mediante-.

En el entorno de Monzó (presidente de la Cámara Baja) aseguraban que ese jefe tiene derecho a reubicar los despachos de cada diputado. Finalmente, Monzó dividió los espacios totales por metros cuadrados según la representatividad de las bancadas y dejó que el propio FPV-PJ definiera internamente quiénes permanecían en el Palacio y quiénes debían mudarse al edificio anexo, del otro lado de la Avenida Rivadavia.

La gran derrotada fue la secretaria parlamentaria del bloque, la laboriosa María Teresa García, que debió ceder sus oficinas del tercer piso y con ventana a la calle para permitir el ingreso de diputados de otros bloques. Se fue con sus pesadas carpetas al edificio anexo.

Ni los kirchneristas Máximo Kirchner, Andrés Larroque y Eduardo De Pedro; ni los ultrakircneristas Edgardo Depetri, Carlos Kunkel, Juliana Di Tullio y Carlos ’Cuto’ Moreno, ofrecieron sus oficinas a García.

Por razones obvias mantuvo su lugar el presidente del bloque, Héctor Recalde; mientras que las oficinas que pertenecieran al expresidente Néstor Kirchner, hoy convertidas en un salón en su homenaje, tampoco fueron entregadas por sus ’propietarios’, los diputados de ’La Cámpora’.

Así, José Luis Gioja, exgobernador sanjuanino, expresidente provisional del Senado, titular del PJ y vicepresidente de la Cámara, debió conformarse con un despacho en un viejo edificio a más de media cuadra del Palacio.

‘Que hagan lo que quieran con los despachos. A esta altura no me voy a pelear por una oficina‘, señaló el diputado a la agencia de noticias Télam, en un esfuerzo por ser diplomático.

Es que en el bosquejo original de las presidencias de la Cámara se contemplaba que las autoridades del cuerpo (Monzó, Gioja, el massista Felipe Solá y la radical Patricia Giménez) tuvieran lugar en el Palacio, al igual que los presidentes de los principales bloques. Finalmente Gioja y Solá optaron por quedarse en uno de los anexos y la radical consiguió una oficina en el segundo piso del Palacio.

En el tercer piso, la oficina que resignó García y una contigua fueron adjudicadas al presidente del bloque PRO, Nicolás Massot, y a Oscar Romero, titular del bloque Justicialista. En el tercer piso logró permanecer la principal espada y jefa parlamentaria del Frente Renovador, la bonaerense Graciela Camaño.

El diputado nacional Sergio Massa fue el gran ganador, ya que Monzó decidió reducir oficinas administrativas del primer piso, contiguas a la presidencia de la Cámara, para darle un lugar clave al tigrense, principal aliado en los proyectos impulsados por el oficialismo durante el primer semestre. Con estos cambios, las autoridades de la Cámara lograron comenzar a recomponer los espacios en búsqueda de su concepción original: Las autoridades de la Cámara y las de los bloques en el Palacio y el resto en los edificios anexos. Télam