Martín Lanatta, quien estaba prófugo –fue recapturado esta mañana en Santa Fe– tras la fuga de un penal de General Alvear junto a su hermano y otro preso por el triple crimen de la efedrina, nunca estuvo solo. Sin apoyo político, no se explicaría cómo consiguió integrar el directorio de tres sociedades comerciales, gestionar desmedidamente y por plata, permisos de tenencia y portación de armas de fuego, sin contar sus clases rápidas de tiro como instructor. Tampoco se sabe cómo se escapó de la Unidad Penal 30 de esa localidad bonaerense. Menos que menos, de donde sacó los celulares encontrados en su celda y las supuestas armas de juguete con las que amenazó de muerte, redujo y tomó rehenes para escapar de la cárcel, adonde debería estar cumpliendo perpetua.
Martín Lanatta y Sebastián Forza –una de las tres víctimas del triple crimen de la efedrina- se conocieron gracias a Martín Guillermo Schutz, uno de los supuestos gerenciadores de la Feria Larroque y quien les vendía a empresarios autos de alta gama por medio de la concesionaria Lonco Hue SA. Se conocieron para que Forza pudiera conseguir el permiso de portación de armas en el RENAR. De esa manera, Lanatta pasó a ser rápidamente el gestor imprescindible para que muchos pudieran conseguir sus permisos de tenencia o portación de armas.
En su libro ‘La Ejecución’ (sobre el triple crimen de General Rodríguez), los periodistas Emilia Delfino y Rodrigo Alegre muestran a Lanatta como alguien ultra violento, nervioso, inquieto, un oscuro gestor con vínculos políticos que le permitieron durante años moverse a su antojo. De acuerdo a esa investigación, Lanatta conseguía las armas que le pedían los empresarios a cambio de mucho dinero en la armería Pizzu de Florencio Varela. La tenencia o portación dependía de la cantidad de billetes que había en el bolsillo del interesado.
El 7 de agosto -cuando Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina aparecieron muertos a balazos- la Justicia registró un alto flujo de comunicaciones entre Martín Lanatta e Iván Esteban Perez Corradi, un empresario que desde México hacía puente con Buenos Aires. Seis meses antes se conocieron en una oficina de Forza y rápidamente se asociaron en una droguería para la supuesta comercialización de medicamentos oncológicos y de VIH. La sociedad se llamó Elvesta SA, en Pola al 2400, aunque nunca estuvo en funcionamiento. Sí se sabe –como bien relata el libro- que nunca operó para esos fines sino que era una sociedad montada para la venta ilegal de efedrina a México.
‘Pérez Corradi aportó el capital para formarla, pero no recuerdo la cifra’, dijo Lanatta cuando declaró ante la Justicia. La droguería consiguió permiso para funcionar ya que estaba habilitada por el Ministerio de Salud, pero pero no por la Sedronar. Los autores del libro definieron a Lanatta como un empresario multifacético que se sabía rodear de gente poderosa: desde expertos en tiro, armas y seguridad hasta funcionarios de distintos gobiernos. A pesar de su corta edad, integraba los directorios de tres sociedades comerciales y parecía tener poco impedimento para moverse y concretar sus negocios oscuros e ilegales.
‘El 30 de noviembre de 2007 creó Homeland Broker Security SA, una empresa de seguridad privada, cuyos servicios iban de blindados de redes informáticas y consultoría a empresas hasta la resolución de conflictos con tomas de rehenes, secuestros extorsivos y narcóticos’, precisó Alegre en su libro. En esa época, se había asociado junto al comisario Miguel Angel Colella, un alto jefe de la División de Asuntos Internos, que había investigado al ex comisario Jorge ‘Fino’ Palacios por sus comunicaciones telefónicas con el reducidor de autos Sagorsky durante el secuestro de Axel Blumberg.
Lanatta fue el intermediario entre Forza y un hombre con bigotes apodado ‘El Morsa’ quien por 250 mil dólares le prometía inmunidad. Fue quien tuvo el valor de señalar y acusar en Periodismo Para Todos (PPT) al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández como el autor ideológico de los crímenes de Sebastián Forza (34), Damián Ferrón (37) y Leopoldo Bina (35), cometidos en 2008 en General Rodríguez. Fue quien no se calló y desparramó culpa y complicidades cuando la Justicia lo declaró culpable y le dio perpetua. Preso o no, Lanatta sigue siendo el mismo gestor con vínculos políticos que lo respaldan y lo quieren en libertad. Aquellos que quizá esta madrugada le facilitaron el escape de esa unidad penal.
Fuente: Infobae