El médico gastroenterólogo Diego Ariel Bialolenkier, quien le hizo la endoscopia a Débora Pérez Volpin en el Sanatorio La Trinidad de Palermo el día que murió, declaró esta mañana en el Juzgado Criminal y Correccional número 57, tras haber sido citado por la Justicia.
Según pudo saber Clarín de fuentes de la investigación, el médico negó haber cometido errores durante el procedimiento que le practicó a Pérez Volpin. "Yo no la perforé, no le cometí error alguno", declaró entre otras cosas a través de un escrito. Y luego respondió preguntas.
El endoscopista consideró que lo que hizo estuvo bien y le atribuyó la responsabilidad de lo ocurrido a la anestesista. "Por ahí fue una maniobra de la anestesista", declaró.
Luego siguió: "No tengo conocimiento de que la haya perforado. Le insuflé el aire que sale del endoscopio y no se puede regular. Es la cantidad mínima". Y además habría agregado que no podía explicar como el aire le llegó hasta el cerebro a la paciente.
Consultado sobre su opinión de los dichos del endoscopista, Diego Pirota, abogado querellante, opinó que “en su declaración recrea algo que no sucedió. Él cuenta lo bien que habría hecho las cosas, sin responder cómo fue posible que habiendo hecho todo tan bien, una paciente que se encontraba sana, y a partir de su proceder, en menos de tres minutos empezara a cursar un paro cardiorespiratorio”. Y agregó: “Pretendió recrear una ilusión de lo que no sucedió. En la causa está acreditado que tanto él como la anestesista contribuyeron en la muerte de Débora”.
Diego Pirota, abogado querellante, opinó que el endoscopista “en su declaración recrea algo que no sucedió. Él cuenta lo bien que habría hecho las cosas, sin responder cómo fue posible que habiendo hecho todo tan bien, una paciente que se encontraba sana, y a partir de su proceder, en menos de tres minutos empezara a cursar un paro cardiorespiratorio”. Y agregó: “Pretendió recrear una ilusión de lo que no sucedió. En la causa está acreditado que tanto él como la anestesista contribuyeron en la muerte de Débora”.
Bialolenkier tiene 36 años y es oriundo del Departamento General Paz, en Corrientes. En las horas posteriores a la muerte de la periodista, y según informado a la prensa por su abogado, el hombre estuvo "absolutamente angustiado" y "en estado de shock". Cerró todas sus redes sociales y solo quedaron algunas referencias a su fanatismo por el fútbol, como jugador de un torneo en Hebraica –institución ubicada en Pilar– y como hincha de Independiente.
A cuatro meses exactos de la muerte que conmocionó al país, Bialolenkier ingresó a las 8:30 junto a su abogado defensor, Roberto Churba. Permanecieron en el edificio ubicado en Lavalle al 1600 hasta las 12 del mediodía, momento en que ambos salieron, negándose a hacer declaraciones a la prensa.
De la indagatoria –realizada a pedido de los familiares de Pérez Volpin– también participaron el juez Carlos Bruniard y la fiscal Nancy Oliveri. La indagatoria es el acto de defensa de los imputados por excelencia, donde tienen que ir a excusarse de las pruebas que hay en su contra. En un principio, estaba planificada para el viernes pasado, pero el abogado defensor pidió una postergación y finalmente se concretó este miércoles.
El jueves será el turno de la anestesista Nélida Inés Puente, también a las 8:30, en el mismo lugar. Son las dos únicas personas citadas a declarar en la causa que investiga el fallecimiento de la periodista y legisladora.
Los abogados querellantes apuntan a la responsabilidad de ambos profesionales. Señalan que cometieron un "homicidio culposo", que incluye negligencia e impericia en el arte de curar. Creen que, como médicos, no actuaron como debían actuar. En caso de comprobarse su culpabilidad, tanto Bialolenkier como Puente podrían recibir una pena de hasta 5 años de prisión y hasta 10 años de inhabilitación para ejercer su profesión. Este último punto afectaría especialmente al endoscopista, quien por su corta edad tenía toda una carrera por delante.
Según el informe final de la autopsia que se dio a conocer el 11 de abril, la ex legisladora murió por "una perforación instrumental en su esófago" producida por el endoscopio. Aunque sucede con poca frecuencia, la perforación es uno de los riesgos probables para quienes se realizan este estudio. En caso de surgir esta complicación, los médicos deben actuar rápido en lo que se considera un "minuto de oro".
La abogada querellante Deborah Lichtmann explicó a Clarín que cuando Bialolenkier ingresó para hacer el estudio, "una de las primeras cosas que hace es perforar, posiblemente porque no ve o porque no se distendía. Las lesiones son contusas, como golpes, hechos a la fuerza".
"La perfora, y él continúa con el estudio. Sin pensar que la había perforado. Pero cuando ella se descompensa, a los cinco minutos, a él no se le ocurre que puede haber sido por la perforación y que puede tener una hemorragia. Y a la anestesista tampoco se le ocurre eso y ninguno de los dos actúa en consecuencia", continúa la abogada.
"Dejan de hacer el estudio recién cuando Débora empieza a tener signos de descompensación fuertes, porque todos los registros que tenemos muestran que el estudio terminó con una descompensación muy avanzada", agrega. Una de las fallas –según la letrada– puede haber sido que los profesionales no miraron el monitor o que no estaba encendido, por lo que no habrían visto la evolución de la descompensación.
En el informe de la autopsia se desprende que, además de la perforación, el ingreso excesivo de aire habría sido clave en la muerte de Pérez Volpin. Según la querella, tanto el endoscopista como la anestesista fueron responsables.
"Él después de perforarla siguió tirando aire, para seguir avanzando en el estómago. Que es una práctica que se hace para distender los órganos, para que se abran. Él siguió tirando aire. Nunca vamos a saber a qué presión, ni si lo hizo por demás", señaló la abogada.
Respecto a Puente, señala que "en vez de prever que podía estar dándose una perforación, se ocupó de querer ventilarla, de asegurar su vía aérea porque vio que estaba desaturando, y entonces le empezó a tirar más aire. Eso también provocó el desastre final. A la perforación que tenía le siguieron tirando aire, y después como si eso no bastase le tiraron más aire todavía".
En un principio, se dudó si el endoscopio estaba en buenas condiciones. Al respecto, Lichtmann señala que "eso no lo sabemos y no sé si lo vamos a saber algún día, porque el anterior juez decidió allanar y secuestrar el endoscopio tres días después de la muerte, y en tres días puede haber pasado cualquier cosa". Tal como informó Clarín en febrero, los abogados de la querella manejan la hipótesis de que ese equipo secuestrado no fue el que se utilizó para hacerle el estudio a la periodista. Estiman que lo cambiaron. "El endoscopio que está secuestrado no se peritó por especialistas. Pero creemos que va a funcionar bien, porque estaba preparado para ser secuestrado el día del allanamiento", indica Lichtmann.
Tampoco existe ninguna filmación del procedimiento. Tanto el médico como el sanatorio aseguran que esa máquina no grababa, a pesar de que el estudio se llama "videoendoscopía".