Daniel "Maguila" Puccio, integrante del clan que cometió secuestros extorsivos durante la década del "80 e hijo de Arquímedes Puccio, fue detenido en el estado brasileño de San Pablo con un documento falso en su poder, informaron ayer fuentes policiales del país vecino.
La captura se produjo el pasado lunes durante un operativo antidrogas que la Policía Vial realizó en la ciudad de Itu, donde detuvo la marcha de un ómnibus con 14 pasajeros que había salido desde Foz de Iguazú rumbo a San Pablo.
Según el portal de O"Globo, Puccio (58 años) se habría puesto nervioso al ver a los policías y entregó un documento falso que llamó la atención porque la foto era diferente a la que figuraba en el sistema.
Al ser consultado, Puccio reconoció que lo "compró" en San Pablo "para permanecer por más tiempo en Brasil". Poco después, fue conducido a la Policía Federal de Sorocaba, donde se resolvió aplicarle una multa y se le dio un plazo de 60 días para regularizar su permanencia en el país.
Además, al advertir de quién se trataba, los efectivos se contactaron con Interpol, pero allí les informaron que Daniel Puccio no tenía ningún pedido de captura vigente. Sin embargo, las autoridades van a verificar si existe algún pedido de detención contra el hijo de quien fuera el líder de la banda.
A raíz de los secuestros y asesinatos atribuidos a la banda, "Maguila" estuvo detenido desde agosto de 1985 hasta febrero de 1988, cuando fue liberado por el tiempo transcurrido sin recibir sentencia.
En 1999 recibió una pena de 13 años de cárcel por el secuestro de Nélida Bollini de Prado (59), el último realizado por el clan, pero jamás la cumplió porque desde entonces permaneció prófugo y debido al tiempo transcurrido, la causa finalmente fue declarada prescripta en 2011.
El clan liderado por Arquímedes estuvo integrado por dos de sus hijos, Alejandro, exrugbier del Club Atlético San Isidro y de Los Pumas; Daniel; el militar retirado Rodolfo Franco y sus amigos Guillermo Fernández Laborde y Roberto Díaz. El primero de los hechos atribuidos a esta banda fue el que tuvo como víctima a un conocido de Alejandro, el rugbier Ricardo Manoukian, secuestrado en 1982 y asesinado a balazos a pesar de que la familia pagó 250.000 dólares de rescate.
El segundo de los casos acreditados por la Justicia fue el de Eduardo Aulet, ingeniero y jugador del San Isidro Club, a quien capturaron en 1983 y asesinaron apenas cobraron los 100.000 dólares pagados para liberarlo.
Luego, en 1984, el empresario Emilio Naum (38), fue asesinado cuando se resistió al secuestro. La banda recién fue desarticulada el 23 de agosto de 1985, al intentar cobrar el rescate por la empresaria Bollini de Prado, a quien la Policía rescató de la casona de los Puccio en San Isidro.
Tras ser detenido el clan, Alejandro saltó desde el quinto piso de los tribunales porteños y, si bien sobrevivió, las lesiones le complicaron su estado de salud mientras cumplió reclusión perpetua. Tras salir en 2007 bajo libertad condicional, en 2008 murió. Arquímedes fue condenado en 1995 a reclusión perpetua, y a partir de 2002 fue beneficiado con prisión domiciliaria, pero en 2004 lo enviaron a una cárcel de La Pampa, luego de que se comprobó que salía de su casa. Durante el tiempo que estuvo detenido se recibió de abogado, en 2008 recibió la libertad condicional y fijó domicilio en General Pico, donde falleció en 2013.
El integrante de la banda de secuestradores de los 80 tenía DNI falso. En Argentina fue condenado pero zafó al fugarse.
>> Un caso muy resonante
El caso Puccio fue uno de los más resonantes de la historia policial argentina y en 2015 volvió a atraer la atención de la sociedad a través de una película y una serie que contaron cómo operaba la banda, además de un libro del periodista y escritor Rodolfo Palacios.
Arquímedes era contador y dueño de la Rotisería Los Naranjos, donde los chicos que jugaban al rugby compraban sándwiches y extendían el tercer tiempo luego de los partidos. Severo con sus hijos, poco sociable, hombre culto y de palabras justas, todos lo conocían por su obsesión de barrer la vereda. "Salía cada media hora con la escoba y nos decía: Hay que ayudar a mantener lindo el barrio", recuerda un vecino. Lo habían apodado Cu-Cu por su manía de asomarse varias veces al día desde la pequeña ventana de su escritorio para controlar lo que pasaba en la cuadra.
Su apellido no pertenecía al círculo de las familias tradicionales de San Isidro, en la provincia de Buenos Aires, pero los hijos jugaban al rugby en CASI y eso les había permitido el roce social que tanto anhelaban.
Daniel Puccio, tres años menor que Alejandro, era conocido en el ambiente del rugby como Maguila, por su aspecto robusto.
>> ¿Por amor o por recuperar el dinero?
Antes de que tuviera un ACV y un médico le diera seis meses de vida por un tumor cerebral, Arquímedes Rafael Puccio tenía un deseo: volver a Buenos Aires para reencontrarse con Epifanía Calvo, su exmujer. La había llamado varias veces. Pero ella nunca quiso hablar con él.
"Quería reconciliarse, pero ni lo escuchó cuando él intentó despedirse antes de su muerte. Solía llamarla a la esposa y a las hijas, pero le cortaban y él se desplomaba en la mesa y lloraba como una criatura", dice Eliud Cifuetes, el pastor que cuidó hasta sus últimos días en General Pico, La Pampa, al temible secuestrador.
Pero otro amigo cree que los llamados tenían otro objetivo. "No se resignaba con perder la plata que había ganado con los secuestros. Él decía que ese dinero estaba en una cuenta en Uruguay y en otro país extranjero que nunca mencionó", cuenta el hombre.