La emblemática Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), organismo que nació al calor del chavismo y el kirchnerismo hace 10 años para contrarrestar a los Estados Unidos, tiene las horas contadas: durante la semana que viene, en Chile el presidente Mauricio Macri, en sintonía con su par trasandino, Sebastián Piñera, y otros presidentes sudamericanos, le darán la sepultura definitiva a la Unasur y para reemplazarla darán los primeros pasos para el nacimiento de Prosur.
El presidente argentino junto con otros 11 jefes de Estado de la región buscarán crear el Prosur, un nuevo espacio de integración latinoamericano que se propone ser más dinámico, con menos carga ideológica y mayor pragmatismo.
Macri viajará el próximo 22 a Chile, acompañado por el vicecanciller argentino, Gustavo Zlauvinen.
En febrero pasado, Piñera propuso poner en marcha un nuevo bloque de países de la región, al
que ha denominado Prosur, como ‘una instancia nueva, sin ideologismos, sin burocracia‘ y ‘abierta
a todos los países de América del Sur que cumplan con dos requisitos esenciales‘.
Esos requisitos, según precisó entonces el mandatario chileno, son la ‘vigencia plena‘ de la democracia y el Estado de derecho y el respeto pleno de las libertades y los derechos humanos.
La convocatoria de Chile se produce en un momento crítico para la integración regional.
Unasur, bloque creado en 2008 al calor de los populismos que por entonces dominaban la región,
fracasó en su intento de integración regional, impulsado principalmente por los gobiernos
de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, a través de los expresidentes: Lula Da Silva, Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, del denominado ‘eje bolivariano’.
El objetivo de su nacimiento era crear un foro de diseño de políticas regionales y de resolución de conflictos que, a diferencia de la hemisférica Organización de los Estados Americanos (OEA), no incluyera a Estados Unidos. Pero con el cambio de signo político que atravesaron muchos de los países de la región, la organización, que incluía a todos los Estados sudamericanos y tomaba decisiones solo por consenso, perdió fuerza y relevancia.
De las 12 naciones que constituyeron Unasur sólo cinco siguen (Uruguay, Guayana, Bolivia, Surinam y Venezuela), las otras renunciaron, y por ende, dejaron de aportar fondos al organismo.
Hoy, el organismo está casi paralizado, sin secretario general y con un personal mínimo.
El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, no duda en echar la culpa a los regímenes de izquierda que gobernaron varios países del continente hace una década, al atribuir el fracaso de la organización.
‘Algunos mandatarios irresponsables se encapricharon por nombrar a sus amigos a esa Secretaría,
nuevamente replicando los vicios del socialismo del siglo XXI‘. En un mismo suspiro, anunció que, una vez que el edificio sea devuelto a Ecuador, la estatua del fallecido presidente argentino, Néstor Kirchner, será retirada porque no representa las aspiraciones de la ciudadanía ecuatoriana.
Un gigante dormido en el norte de Quito
La imponente sede de Unasur, ‘un elefante blanco‘ en el norte de Quito (Ecuador) con una estatua del fallecido presidente argentino Néstor Kirchner a sus pies, volverá a manos ecuatorianas tras abandonar este país la organización. El emblemático edificio poliédrico, de color blanco y negro, rodeado de piletas de agua a ras del suelo, que producen un sinfín de siluetas dependiendo del ángulo desde el que se mire, se encontraba hoy notoriamente vacío y con apenas unas decenas de funcionarios entre sus muros.