Transcurría la reunión de Gabinete y el ministro de Producción Francisco Cabrera explicaba al resto de sus pares porqué les dijo a los industriales que “dejen de llorar y salgan a invertir y competir”, cuando Mauricio Macri, lejos de cuestionarlo por el contrapunto con los empresarios, lanzó una confesión: “A mí me encantó lo que dijiste”.
Pero no fue la férrea defensa a Cabrera lo que sorprendió, aún cuando el jefe de Gabinete Marcos Peña, quien dirige la línea comunicacional del Gobierno, había esquivado meterse en la polémica y sólo cuestionó que tengan “una sola voz” en sus planteos. Fue el fastidio de Macri ante la postura de los industriales lo que llamó la atención de los ministros.
“(Guillermo) Moreno les rompió la cabeza a muchos de estos tipos”, dijo al jefe de Estado ante su Gabinete, al referirse al efecto que tuvo la influencia del ex secretario de Comercio Interior en la lógica de los empresarios. Parafraseó así al dirigente radical y socio fundador de Cambiemos Ernesto Sanz, quien en el inicio de la gestión dijo que “algunos empresarios argentinos se merecen un Moreno”.
Para Macri, más allá de la mención a Moreno, se trata de un cambio cultural que deben hacer los empresarios, a quienes dijo comprender ya que adjudicó “la culpa” a “la mala política, que se metía en vez de generar las condiciones para que compitieran”.
Según el análisis del mandatario, el problema de los empresarios se originó cuando el Estado comenzó a fijar los precios en vez de alentar la inversión y un escenario de competencia. “Eso lo termina pagando la gente”, concluyó, en línea con la explicación que había dado Cabrera, que enumeró que se llevó adelante una reforma tributaria, que se bajaron aranceles de bienes de capital y se simplificó la aprobación de importación de líneas completas de producción.