Bazán, de 71 años, fue agredido por un grupo de una decena de militantes, con golpes, patadas voladoras, piedrazos y hasta le tiraron cenizas calientes en todo su cuerpo, que le provocaron quemaduras y ampollas en el paladar.
 

Tiene una sutura con cinco ganchos en la herida tras recibir un piedrazo en la cabeza.
 

 

Todo quedó registrado por las cámaras de los medios que cubrían los incidentes. Su camarógrafo también recibió empujones.
 

“Todavía tengo la boca hinchada y dificultades para hablar porque me quemaron por dentro con la ceniza”, comenzó.
 

“Buscaban hacerme daño por todos los medios. Mis hermanos me decían que si me llegaba a caer, por el clima que había, me mataban a patadas”, expresó.
 

El periodista dice que los metrodelegados, los delegados del subte, le “salvaron la vida”. “Cuando me metieron en la boca del subte, porque una piedra me partió la cabeza, me encerraron en una habitación gremial que tienen ellos, con puerta blindada, porque la turba quería bajar”, dijo.
 

Bazán dijo no reconocer a ninguno de los manifestantes y sostuvo que las agresiones que recibió se condicen con que “los periodistas ahora son objetos de cacerías”.

 

“Las heridas mías se van a curar, pero lo que hay que curar rápidamente es la animosidad, la agresividad que se instaló en gente que lograron fanatizar para convertirlos en energúmenos”, cerró el periodista.