Frente a reiterados casos de violencia entre hinchas, jugadores y árbitros en el ámbito profesional y amateur y el afán por el éxito que se inculca desde la infancia, la aparición de clases de fútbol sin referí ni marcadores y artes marciales sin competencia para los niños, captan el interés de padres que buscan una formación deportiva con eje en la recreación.
"Piensan el fútbol de una manera más colectiva y nadie se queda sin jugar por el nivel que tiene. Además, los padres no pueden provocar con sus gritos o indicaciones en los torneos", contó a Vanesa Chamorro, mamá de dos niños, de doce y seis años, que aprenden fútbol en la escuela Moebius desde pequeños.
En ese establecimiento, que tiene dos sedes- una en el barrio porteño de Caballito y otra en Villa Crespo- se dan clases de fútbol infantil a grupos desde los 4 a los 17 años.
"Lo que me motivó es que no existe presión sobre ellos: van a jugar y son chicos. Además, los grupos se conforman con niveles diferentes y así aprenden de otros", describió Chamorro.
El fundador de Moebius, Javier Pajoni, profesor de educación física y psicomotricista, explicó el fundamento de la pedagogía de la escuela bajo los parámetros del trabajo colectivo, la diversión y la inclusión.
"Estamos a favor de la competencia formativa, siempre y cuando no se cargue con las frustraciones de los padres. Trabajamos con objetivos intermedios que hay en la lógica binaria del ganar o perder", detalló, y agregó que en sus clases no existe la figura del árbitro porque "es el depositario de todas los enojos".
Pajoni señaló que "les damos herramientas a los chicos para que puedan decidir como aplicar las reglas del juego y este trabajo se realiza acompañado por los adultos, hasta que resuelven las situaciones solos", describió.
Todos los niños, a partir de primer grado, pueden participar de los torneos organizados por la liga AEFI (Asociación de Escuelas de Fútbol Infantil) cuyo principal fundamento, según dicta su sitio web, es "que se premia el juego limpio, el compañerismo y el comportamiento de padres y profesores".
"Brindamos una charla a los padres: no pueden gritar ni opinar en el torneo", comentó Pajoni. El juego no incluye tablas de posiciones y si un equipo gana por más de 5 puntos, tiene que meter goles dentro del área, y si supera los 7 o más, el otro puede sumar un jugador a la cancha.
El arte marcial Choi Kwang Do, disciplina que enseña a grandes y chicos la defensa personal, es otro deporte que atrae a padres de niños de los 2 a 18 años que lo prefieren por sobre otros más competitivos.
"Les inculcan los valores del respeto y la humildad, la autodisciplina y la concentración", dijo Verónica Godoy, mamá de un niño de 9 y una niña de 4 que practican ese arte marcial en el San Martín Club del homónimo partido bonaerense.
El arte oriental Choi Kwang Do fue creado en 1987 por el campeón nacional surcoreano de Taekwondo, Kwang Jo Choy, quien al lesionarse comenzó a estudiar anatomía y fisiología y reconvirtió lo que hacía en una disciplina que fortalece el sistema cardiovascular y cuida las articulaciones, además de favorecer la concentración.
"En las artes marciales tradicionales se extienden las articulaciones al máximo en una posición muy rígida y tensa, pero este arte propone movimientos más circulares y suaves, y trabaja la flexibilidad", informó José Luis Giarone, representante en Latinoamérica de la disciplina.
Los aspectos principales del Choi Kwang Do son la salud, el desarrollo del carácter y el entrenamiento práctico para la defensa personal. No así las competencias en torneos. Movimientos tensos o trabados, o cualquier movimiento que pudiera ser dañino para el cuerpo, ha sido eliminado. Télam