Ailín Torres llegó a su casa poco después de las 2 de la mañana del sábado. Estaba feliz. Había dado un paso adelante. Después de meses, había decidido hacer pública su nueva relación amorosa con Nicolás Guallarello. Esa mañana de viernes había subido una foto de ambos en las redes sociales. Al mediodía tenía el casamiento de la hermana de su novio y a la noche, celebraba con su familia el cumpleaños 80 de su abuela. Fue el día de la presentación del noviazgo ante las familias. Sentía haber encontrado la felicidad plena.

 

Esa noche de viernes, la joven de 26 años y su novio ya oficial ingresaron a la casa ubicada en la calle 4 de Abril al 500, en la ciudad bonaerense de Tandil. Nicolás estaba muy cansado. Así, decidió acostarse prácticamente de inmediato. Conciliar el sueño le llevó apenas unos minutos.

 

Mientras tanto, Ailín fue al baño. Antes de acostarse necesitaba quitarse algo de maquillaje. Sin embargo, el desenlace fue tan inesperado como trágico: una vez que prendió la luz del lavabo se apareció por detrás la figura de su ex, Damián Alejandro Gómez (26 años). Parecía retratarse una escena de una película clase B de terror, pero era la vida real. La magnitud del hecho era más grave de lo que cualquiera puede imaginarse.

 

 

Ailín casi no tuvo tiempo para reaccionar. Gómez salió de la bañadera, detrás de la cortina, le aplicó numerosas puñaladas en el cuerpo y en el cuello y le quitó la vida casi en un instante.

 

Entre medio del forcejeo, Guallarello, efectivo policial del Servicio de Emergencias, se despertó por los gritos. Vio la escena, intentó frenar al atacante, pero al no poder detenerlo, corrió a su casa, a una cuadra de distancia, para buscar su arma reglamentaria. Al llegar, Ailín ya estaba muerta.

 

Poco después, Damián Gómez se cortó las muñecas, intentó realizarse un corte mortal en el cuello, pero nada de eso fue suficiente: quedó internado fuera de peligro.

 

“Es paradójico. La tristeza que tenemos es infinita. Ailín era una chica con una luz especial, irradiaba alegría, sonrisas. Y la verdad es que abandonó el mundo el día más feliz de su vida. Había encontrado el verdadero amor y estaba plena. Lo único que nos consuela es que se fue con felicidad“, le dijo a Infobae Flavia Martínez, una de sus mejores amigas.

 

 

La preparación del crimen genera escalofríos: se estima que Gómez ingresó a la casa de su ex más de una hora antes de cometer el asesinato. Estuvo más de una hora agazapado dentro de la bañadera, con el cuchillo en una mano. Más de una hora en la oscuridad total. Más de una hora en la que pensó una y otra vez cómo iba a acabar la vida con la mujer que lo acompañó durante nueve años. Más de una hora con una idea fija y sin lugar al arrepentimiento.

 

Gómez había convivido con Torres en esa casa durante años. Por lo cual todavía no hay certezas sobre cómo ingresó a la vivienda. Una de las teorías es que había hecho un duplicado de llaves anteriormente y nunca se lo dijo a Ailín. La otra hipótesis es que ingresó por una pequeña ventana.

 

“La relación de ellos fue rara. Eran como ‘La Bella y la Bestia’. Ella estaba siempre resplandeciente, brillante, hermosa y él aparecía en todos lados desarreglado, solitario, con dificultades para entablar relaciones. Era un motivo de charla habitual entre nosotros, nadie podía entender cómo Ailín podía estar con alguien así”, aseguró a Infobae Carolina, una de las mejores amigas de Ailín (es un nombre ficticio, ya que prefirió reservar su identidad; todavía debe brindar su testimonio ante la Justicia).

 

Ailín Torres tenía una gran pasión en su vida: los animales. Participaba de manera activa tanto en la búsqueda de lugares de acogida para animales callejeros como en el propio cuidado de las mascotas. Así, con el tiempo desarrolló y vivió de una pequeña peluquería canina ubicada en el corazón de Tandil llamada “De Pelos”.

 

Mientras tanto, se mantenía durante casi una década junto a un hombre que no lograba arrancar, no conseguía encarar proyectos y vivía de lo que ella generaba.

 

“Él era una persona absolutamente solitaria. Con nosotras, las mejores amigas de Ailín, casi que no hablaba. Y no le gustaba hacer nada. Se pasaba todo el día tirado en el sillón mirando la TV o jugando a la Play. Era como un nene vago”, describió Carolina.

 

Todo el entorno de Ailín reconocía que era ella la que proponía tener una vida social a Damián durante los años de su noviazgo. Él apenas conseguía algunos trabajos parciales como DJ, pero se pasaba la mayor parte del tiempo sin hacer nada dentro de la quinta que la familia Torres tiene en Tandil. El padre de Ailín es dueño de un importante taller de tornería y es conocido y elogiado por gran parte de la comunidad de la ciudad.

 

Durante ese tiempo juntos, Ailín no llegó a comentarles a sus amigas sobre episodios resonantes de violencia sufridos por parte de su pareja. Según la propia víctima mortal, Gómez no la había golpeado ni una vez y los mayores conflictos no pasaban más allá de algunas fuertes discusiones.

 

Sin embargo, esa aparente armonía entre la “bella entusiasta y amante de los animales” y el “parásito” (tal como lo describieron a Gómez varias personas del entorno de la chica) se terminó por romper poco antes de mitad de año. Ella se cansó de ser la que siempre debía remar la situación. Se hartó de ser la que debía llevar las riendas. Simplemente dijo basta.

 

 

 

Poco antes de junio, Ailín le comunicó a Gómez su intención de separarse. Y el infierno se hizo presente en su vida. Justo al mismo tiempo que empezó a conocer a Nicolás, un policía respetuoso y siempre atento, comenzaron los llamados y mensajes amenazantes por parte de su ex.

 

“Ella nos decía que la empezó a amenazar con matarla por teléfono. Los llamados se hicieron cada vez más repetidos”, relató Carolina.

 

“Se quedó sin vida propia. Cuando ella lo dejó, se dio cuenta de que no tenía nada. Ella era su motor. Y eso no lo soportó, quería tenerla de nuevo a su lado como sea. Y empezó a comportarse como un enfermo”, agregó.

 

Las personas del entorno más íntimo de Ailín intentaron convencer a la joven de que denunciara a Gómez. Pero ella prefería no hacerlo. Además de las amenazas telefónicas, en algunas oportunidades Gómez se aparecía en la puerta de la casa y se asomaba por las ventanas. Ese comportamiento llevó a la joven a pasar unas semanas con las persianas de su hogar cerradas.

 

 

Ailín Torres jamás imaginó que su vida se terminaría de una manera tan abrupta. Nunca pensó que iba a morir en manos de quien la amara durante casi 10 años. No creyó capaz a ese hombre de escabullirse dentro de su hogar, esperar el momento y finalizar con su vida de una manera tan salvaje.

 

Ailín fue enterrada en el cementerio Pradera de Paz el domingo poco después de las 11 de la mañana. En la ceremonia había un nutrido grupo de mujeres relacionadas a la defensa de los derechos de los animales y al cuidado de las mascotas. También hubo numerosos familiares.

 

El estupor, la bronca y la tristeza inagotable se mezclaban con una sensación que no dejaba de hacer más espeso el ambiente: ¿cómo una chica tan enérgica como ella pudo mantener una relación durante tanto tiempo con un joven tan extraño y poco social como él? Entre el verde cuidado del césped, los árboles de diferente tipo y un sol radiante, el cuestionamiento era unánime. ¿Por qué nadie hizo nada para evitar la tragedia?

 

“Es algo que nos va a perseguir toda la vida. Más allá de que a esta persona le den 100 años de cárcel, nos vamos a despertar todos los días pensando en qué pudimos hacer antes para evitar que la maten así a nuestra amiga”, dijo Martínez a Infobae.

 

Y así, en medio de un clima de contradictoria “imprevisibilidad evitable” ocurrió un nuevo caso de femicidio en la Argentina. Sin que nadie lo pudiera impedir, sin que la propia víctima escuchara los llamados de atención a tiempo. Sin que nadie jamás imaginara que el chico solitario al que solo le gustaba jugar a la Play fuera capaz de meterse en la casa de su ex, esconderse en el baño durante una hora y cometer semejante atrocidad. Aun con otro hombre dentro de la casa.