La Asamblea del año XIII eliminó los aspectos más odiosos del dominio colonial pero fracasó en los objetivos centrales de su convocatoria: no declaró la independencia ni sancionó una Constitución.
Llamada para fundar la organización definitiva de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se disolvió con pena y algo de gloria tras desencuentros y un golpe de estado el 18 de abril de 1815.
En su desarrollo quedaron plasmados todos los datos que anticipaban el futuro de estas tierras: habría libertad del yugo extranjero, pero se sembraron los enfrentamientos que ensangrentarían las décadas siguientes.
Iniciada el 31 de enero, las primeras sesiones mostraron el fervor revolucionarios de la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica, que se habían hecho con el control político de la situación y los diputados.
El mismo día del comienzo fue suprimido el juramento de lealtad al rey español Fernando VII, luego fueron eliminadas las monedas con la imagen del monarca y se decidió acuñar otras con el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata.
El 2 de febrero sancionó la ley de libertad de vientres, que proclamaba la eliminación de la esclavitud para los niños nacidos a partir de la asamblea. También lo hizo sobre todos los esclavos que pisaran suelo argentino, pero el realismo político llevó a escuchar las quejas del imperio de Brasil y terminó por devolverse a todos los prófugos de ese país.
El 23 de marzo fue eliminado el tribunal de la inquisición y el 21 de mayo se dieron por extinguidos todos los títulos de nobleza y se suprimieron los instrumentos de tormentos y los azotes. También fue cancelado el régimen de encomiendas, mitas y yaconazgos que explotaban a los indígenas, declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una canción patria. Sin embargo el contexto político de la revolución condicionó su evolución.
Las armas patriotas que habían triunfado en años anteriores en el Norte, perdieron terreno en el Alto Perú, después de las derrotas en Vilcapugio y Ayohuma y sólo fueron compensadas por el Combate de San Lorenzo, con los granaderos de San Martín en las márgenes del Río Paraná.
A nivel europeo, Napoleón comenzó a retroceder después de estar a las puertas de Moscú y fue finalmente derrotado y exiliado. Fernando VII volvió al trono de España con el juramento de vencer en las colonias soliviantadas.
Sobre toda América pendía la posibilidad de que las grandes monarquías europeas ayudaran al monarca español a recuperar los territorios rebeldes. Así como se habían unido contra Napoleón.
En medio de este dramático cuadro internacional los problemas internos subían de tono entre quienes alentaban tendencias centralizadoras de gobierno y los federalistas que pidieron reconocimiento y más poder para el interior. El clima político se volvía agobiante por momentos y el Segundo Triunvirato no conseguía el consenso para resolver los problemas. Finalmente bajo el influjo de Carlos María de Alvear, uno de los polos de poder dentro de la Logia Lautaro, fue eliminado el sistema de triunviros y entronizada una figura de gobierno más personal. Surgió el Directorio, para el que fue nombrado el tío de Alvear, Gervasio de Posadas. No duró mucho, algo menos de un año, para ser reemplazado por el propio Alvear, que alcanzó menos tiempo en el poder: apenas tres meses.
Al finalizar la Asamblea, no se había cumplido con la proclamación de la independencia y tampoco con la constitución, Hubo que crear otra Asamblea en Tucumán en 1816, que proclamó la independencia, pero tampoco pudo con la constitución. Ésta llegaría recién casi 40 años después, en 1853, tras un inmenso baño de sangre y en el contexto de las luchas políticas y militares entre unitarios y federales.

