Fuente: Infobae
Se vivieron momentos de extremo nerviosismo y tensión entre la tarde y la noche de ayer en la Casa Rosada por el desmoronamiento parcial del Gabinete de Alberto Fernández tras la salida de todos los ministros que responden a Cristina Kirchner luego de la derrota de las PASO. Desde las 14, cuando cayó la primera “bomba” con la renuncia del titular del Interior, el camporista Eduardo “Wado” De Pedro, en el Gobierno se desencadenaron 10 horas de reuniones frenéticas y un rally de intercambios telefónicos en un clima de alarma. El Presidente y su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, buscaron apoyo de parte de las estructuras del PJ en todo el país, e inclusive en figuras sin cargo pero con peso específico en la coalición para resistir la embestida del Instituto Patria contra la administración nacional. En los pasillos de Balcarce 50 reinaban la sorpresa y la desazón por el inquietante nivel que alcanzaba la crisis derivada de la jugada de Cristina Kirchner, cuyas consecuencias y límites son aún desconocidos.
Antes del escándalo político que disparó la renuncia -difundida de manera coordinada a través de voceros y medios cercanos al Gobierno- el presidente y el ministro de Economía habían anunciado juntos un proyecto de promoción de la producción de hidrocarburos en el Museo del Bicentenario. Allí, con Santiago Cafiero y Matías Kulfas en primera fila, hubo un extenso discurso del jefe de Palacio de Hacienda en el que mencionó varias veces de manera elogiosa a la Vicepresidenta. Era el mediodía y nadie sospechaba lo que vendría después.
Sin acuerdo
Tras varios días de horas de negociaciones post debacle electoral, la ola de renuncias de funcionarios que responden a la vicepresidenta Cristina Kirchner demostró de la manera más brutal el desacuerdo profundo entre las principales alas del Frente de Todos, a pesar de los intentos de acercamiento de los últimos días, durante los cuales también hubo dardos cruzados públicos de parte de funcionarios de segundas líneas de La Cámpora y figuras que no tienen responsabilidades formales pero que responden al Instituto Patria, como la ex embajadora Alicia Castro, y el ex vicepresidente Amado Boudou.
El martes por la noche, el Presidente y la vice se habían reunido en Olivos, pero tampoco en ese cónclave, -cuyo contenido se mantuvo en estricta reserva, e inclusive fue negado desde el entorno de Cristina Kirchner- se resolvió el conflicto interno. De hecho, el resultado de ese encuentro desembocó en las intempestivas renuncias.
Al final de la noche de ayer, una vez que la mayor parte de los líderes que responden a Cristina Kirchner habían decidido abandonar el Gobierno, las principales dudas giraban en torno a la aceptación de sus renuncias por parte del Presidente y, sobre todo, respecto a la decisión de “entregar” a su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y a sus ministros de Economía, Martín Guzmán; de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y de Trabajo, Claudio Moroni, los principales apuntados por el Instituto Patria. Mientras tanto, la vicepresidenta permanecía en el Senado.
Las horas más tensas
La crisis más profunda del Gobierno se desató en el comienzo de la tarde, cuando el ministro De Pedro presentó su renuncia, de manera inesperada, ante el presidente Alberto Fernández, a través de un comunicado difundido en los medios de comunicación. En un lapso de 50 minutos, lo siguieron, como en un dominó, el resto de los funcionarios nacionales que responden a Cristina Kirchner: la titular del PAMI, Luana Volnovich; el de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani; la secretaria de Comercio, Paula Español; la jefa de Anses, Fernanda Raverta; el ministro de Justicia, Martín Soria; el de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza; el de Cultura, Tristán Bauer; y el de Ambiente, Juan Cabandié, entre otros.
Los nombres de los funcionarios que saltaron del barco se conocieron entre las 14 y las 15 a través de cartas públicas y trascendidos. Los grupos de WhatsApp de políticos y voceros se habían activado de una manera frenética. La mayoría eligió ese modo informal para emitir la señal más fuerte de descontento con la gestión nacional, que se transformó en virtual ultimátum del kirchnerismo contra la conducción de Alberto Fernández en el Gobierno después de tres días de mensajes cruzados.
“Estuvo todo orquestado. No hubo ninguna comunicación formal, ni memo, ni aviso previo. Nos enteramos por los medios”, dijeron a las 15.30 en la Jefatura de Gabinete, donde consideraron que la ola de renuncias fue un movimiento organizado para obligar al Presidente a ceder en la postura que adoptó en los últimos días, orientada a reafirmar el rumbo de la gestión y mantener a sus principales colaboradores después de la derrota en las elecciones.
El jefe de Gabinete se enteró de la renuncia de Wado de Pedro poco antes de las 14, mientras se encontraba reunido en la Casa Rosada con algunos de los ministros del equipo económico, entre ellos Kulfas, Guzmán y Moroni. Los tres estaban preparando los últimos detalles de la ley de presupuesto que tenían previsto presentar ayer y los anuncios económicos de hoy, orientados a mejorar la performance en las elecciones generales de noviembre pero con medidas similares a las que se promovieron hasta ahora. “Cuando se enteraron suspendieron todo”, contaron en la Casa Rosada sobre el momento clave del día.
El Presidente conoció la dramática novedad política sobre la renuncia de uno de los ministros más importantes y más cercanos a Cristina Kirchner en simultáneo, mientras continuaba -como desde el lunes- con su agenda habitual programada desde la semana pasada. Se encontraba en José C. Paz, en el conurbano bonaerense, a donde se había desplazado después de los anuncios hidrocarburíferos para participar en un almuerzo tardío junto el intendente Mario Ishii, uno de los pocos jefes comunales del oficialismo que ganó las elecciones (el día previo había estado en Almirante Brown, otro distrito comunal excepcionalmente triunfador). De inmediato regresó a la Casa Rosada. En el entorno de ambos juraban que la Vicepresidenta no había siquiera insinuado una movida semejante.
Hacia las 16.35, el primer mandatario ingresó a la Casa de Gobierno rodeado de su vocero, Juan Pablo Biondi, y su secretario general, Julio Vitobello, sus hombres de mayor confianza. Los tres llegaron en helicóptero e ingresaron por la explanada principal, con la mirada firme en el suelo, escoltados por personal Casa Militar. Evitaron dirigirse a la prensa que los esperaba en el lugar y se dirigieron directamente al despacho presidencial.
Desde entonces, el primer piso de la Casa Rosada se transformó en un hormiguero de funcionarios que circulaban entre los despachos de Alberto Fernández y Santiago Cafiero, o permanecían, en grupo, en otras salas, según pudo reconstruir Infobae a través de los relatos de algunos de los que estuvieron presentes en el momento más caliente. Entre ellos, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, y los ministros de Desarrollo Social, Juan Zabaleta; de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; de Relaciones Exteriores, Felipe Solá; de Seguridad, Sabina Frederic; de Turismo, Matías Lammens, y de Salud, Carla Vizzotti, además de los titulares del equipo económico. “Hubo muchas reuniones en simultáneo. El Presidente y su jefe de Gabinete no solo dialogaron con los funcionarios allí presentes, sino también con los dirigentes más importantes del PJ en el Conurbano y en interior del país”, dijo una fuente.
Entre las 17 y las 20, las principales espadas del Gobierno se encargaron de contactar a gobernadores, intendentes, sindicalistas y dirigentes de movimientos sociales que integran el espacio oficialista, con el fin de obtener apoyos frente a la embestida de la vicepresidenta. Desde la Casa Rosada se les pidió a los referentes más importantes del peronismo que salieran a respaldar públicamente a Alberto Fernández, y muchos así lo hicieron.
Mientras el Presidente enfrentaba la peor crisis de su gobierno, Massa decidió que ninguno de sus funcionarios renunciara, convocó a su espacio a una reunión para analizar la situación del Gobierno y partió raudo a Diputados para mantener una reunión a solas con Máximo Kirchner. Alberto Fernández siempre estuvo al tanto de su posición personal y de sus movimientos políticos. “El objetivo de las reuniones fue garantizar el diálogo, recomponer la unidad y recuperar la paz y la armonía rota entre los sectores del Frente de Todos”, explicaron en su entorno.
A las 16, sus colaboradores se limitaron a informar que Massa iba a encontrarse a las 17.30 con los funcionarios que responden a su liderazgo, entre ellos, el ministro de Transporte, Alexis Guerrera, y la titular de AySA, Malena Galmarini, en la sede de su partido, en Av. Del Libertador al 800. “El rol que va a tomar es de intermediario entre las partes, conciliar, transmitir paz y tranquilidad para preservar la unidad”, insistió un vocero de su espacio. Massa permaneció en sus oficinas partidarias hasta pasadas las 22.
Algo después, aunque por lo bajo, varios funcionarios del Gobierno leyeron con buenos ojos los titulares de los medios que reproducían las palabras de una “enemiga” política, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, quien había denunciado, después de conocido el cimbronazo de las renuncias, un “golpe de Estado” de parte de Cristina Kirchner. “El intento de vaciar a un Presidente por parte de un vice es algo que los franceses llaman Coup d’État, golpe de Estado. Ya lo hicieron varios”, sostuvo la dirigente opositora, en diálogo con radio Mitre, pasadas las 16. Sin embargo, la mayor parte de los líderes nacionales del Pro y la UCR decidieron mantener la reserva. Sólo hacia la noche el jefe del interbloque opositor, Mario Negri, hizo un llamado a favor de la institucionalidad, aunque remarcó: “El Gobierno ya nos metió en sus peleas internas”.
“Acá no hay crisis política”
A las 17, a la agitación de la Casa Rosada se sumó el arribo del exjefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Aníbal Fernández. Su aparición provocó una serie de especulaciones sobre la posibilidad de que fuera convocado para reemplazar a Cafiero. El excandidato a gobernador bonaerense -que perdió las elecciones en 2015 y había sonado en distintas ocasiones como sucesor- se reunió a solas con el Presidente, según describió él mismo tras el encuentro en diálogo con periodistas que lo esperaban en el Patio de las Palmeras. “Si va a tomar cambios, yo lo haría antes del 14″, dijo el actual titular de Yacimientos Carboníneros Fiscales (YPF) a la prensa, en referencia a las elecciones de noviembre, y descartó que el primer mandatario lo hubiera llamado para ocupar el lugar de Jefe de Gabinete. “Acá no hay crisis política”, minimizó quien fue uno de los funcionarios más polémicos del gobierno de Cristina Kirchner, antes de retirarse de la sede gubernamental nacional, a las 18.20.
“Lo que está pasando es extremadamente difícil”, evaluó un funcionario alrededor de las 18.45, cuando Aníbal Fernández había dejado la Casa Rosada. ”Si Alberto acepta las renuncias y permite que se reemplace su gabinete, el Gobierno se va a radicalizar, él va a quedar debilitado y va estar en juego la gobernabilidad. Pero si se Alberto se planta ante Cristina tampoco va a lograr fortalecerse. No hay una salida favorable. Estamos en un momento peligroso”, agregó.
Casi al mismo tiempo, desde La Cámpora dejaban trascender que Cristina Kirchner, quien permaneció en el Senado hasta tarde, había llamado por teléfono al ministro más vapuleado, Guzmán, para negarle al titular del Palacio de Hacienda que ella hubiera exigido su renuncia al cargo, a pesar de que desde el kirchnerismo habían manifestado esa demanda en repetidas ocasiones durante los últimos meses, y especialmente en los días más recientes. Hacia la noche se supo que no fue sólo una conversación, sino que hubo varias consultas: “Se mensajearon varias veces”, revelaron fuentes inobjetables.
Mientras tanto, Alberto Fernández recibía a distintos funcionarios y mantenía llamadas telefónicas con líderes peronistas de todo el país. El Presidente permaneció la mayor parte del tiempo junto a sus ministros de mayor confianza -los leales-, quienes habían arribado en la primera parte de la tarde a la Casa Rosada: Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, ambos ex intendentes, actuales titulares de Obras Públicas y Desarrollo Social.
En el transcurso de la tarde se sopesó la posibilidad de realizar una conferencia de prensa para corporizar la postura del Gobierno, pero finalmente no ocurrió. “No existe una resolución airosa de lo que está pasando”, insistió un funcionario de la Casa Rosada cuando promediaba la tarde, después del desencadenamiento del momento más álgido de la crisis que venía gestándose desde el domingo a la noche, cuando se conocieron los devastadores números de las elecciones para el Frente de Todos.
Sin embargo, a medida que pasaban las horas, el miércoles se fue consolidando una posición en el grupo de funcionarios albertistas: “Vamos a salir a bancar”, dijo el vocero de uno de los ministros más importantes a las 18. Minutos después, la mayor parte de los funcionarios que responden a Alberto Fernández exhibieron su apoyo a través de Twitter y comunicados de prensa. A las 19, el grupo de intelectuales, varios de ellos funcionarios, que responden a Cafiero y a Alberto Fernández -y del que forma cargo la ministra Frederic-, Agenda Argentina, emitió un mensaje de respaldo.
Esa postura se fortaleció con los comunicados que emitieron desde distintas organizaciones hacia el final de la jornada. Pasadas las 20, el Movimiento Evita, que tiene enfrentamientos históricos con La Cámpora bajo la conducción de Emilio Pérsico y fuerte ascendencia del secretario de Jefatura de Gabinete, Fernando “Chino” Navarro, convocó a una manifestación para el jueves a favor de Alberto Fernández; mientras que y la CGT publicó un comunicado, que en la Casa Rosada se leyó como una defensa del Presidente, titulado: “Las instituciones son el sostén de la República”.
Sin embargo, el referente social Juan Grabois, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTe) que también suele tener roces con el camporismo, se manifestó a favor de realizar un cambio, disparó contra Kulfas y relativizó el problema. “Cinco funcionarios pusieron su renuncia a disposición del Presidente, algunos dirigentes estamos pidiendo cambios en el rumbo económico y el funcionamiento del Gabinete ¿eso es un golpe? Jodeme, pensé que se llamaba democracia”, dijo.
A las 20.30, algunos gobernadores que ya se habían comunicado con Alberto Fernández empezaron a mostrar su respaldo a través de sus cuentas oficiales. El jefe provincial de Entre Ríos, Gustavo Bordet, tuiteó: “En tiempos como este es cuando más debemos conservar la unidad y cuidar la institucionalidad. Por eso quiero expresar todo mi respaldo al presidente Alberto Fernández, que es quien conduce el país hacia la salida de la pandemia y la reconstrucción”, dijo. Se sumaron luego, con ideas parecidas, Raúl Jalil (Catamarca) y Juan Manzur (Tucumán). Como publicó Infobae, el Jefe de Estado había recibido llamados de Ricardo Quintela (La Rioja), Sergio Uñac (San Juan), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Manzur; Omar Gutiérrez (Neuquén) y Alberto Rodríguez Saá (San Luis). Todos ellos habían tenido roces en algún momento con Cristina Kirchner y vienen de un vínculo oscilante con Alberto Fernández.
A las 22, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien había echado a su gabinete por la mañana -al igual que Alicia Kirchner en Santa Cruz- y se había mantenido en silencio durante todo el día, emitió un tuit con un mensaje electoral en referencia a un encuentro con jefes comunales de la zona del conurbano donde el kirchnerismo se impuso pero perdió muchos votos. “Nos reunimos con intendentes e intendentas de la 3° sección electoral para analizar las diferentes posibilidades para dar una respuesta más rápida a las necesidades de los vecinos y vecinas, y evaluar la situación epidemiológica en cada municipio”, expresó, sin alusiones a la crisis nacional.
Ya caída la noche, a las 21, la mayor parte de los ministros que habían permanecido durante la mitad del día en la Casa Rosada habían partido, sin que se hubiera llegado a una resolución certera del conflicto, y sólo se encontraban en sus despachos Alberto Fernández y Santiago Cafiero junto a algunos ministros. El Presidente dejó la sede del Gobierno pasadas las 21.30, mientras que el jefe de Gabinete se quedó hasta la medianoche con miembros del equipo económico para terminar de definir la presentación del Presupuesto.
Para las próximas horas se espera que continúe el derrotero de la crisis, cuyo final aún es incierto, pero donde se planteó cierta claridad con los posicionamientos de un sector del peronismo en el tramo final de una jornada furiosa y desconcertante.