El Indec publicó ayer el dato que faltaba para completar el escenario que más inquietó al asalariado en Argentina durante 2022 y que amenaza con repetir en 2023: La Canasta Básica Alimentaria (CBA) -la que mide la indigencia- aumentó 103,8%, es decir que los alimentos de primera necesidad subieron por encima de la inflación general que cerró el año pasado con una marca del 94,8%. En tanto, la Canasta Básica Total (CBT) -que mide la pobreza- aumentó 100,3%.
En el último mes del año 2022 la CBA aumentó 5% por lo que un grupo familiar integrado por una pareja con dos hijos, necesitó de $ 67.187 para comprar la comida indispensable, y no caer en la indigencia. Por su parte, el costo de la CBT, que además de la comida mínima para la subsistencia reúne indumentarias y algunos servicios, aumentó 4,5 % el mes pasado, por lo cual el mismo grupo familiar necesitó contar con ingresos por $152.515 para no caer debajo de la línea de la pobreza.
Según el costo de la CBT para no ser pobre, una familia tipo de cuatro miembros debió tener ingresos mensuales equivalentes a dos veces y media el valor de un salario mínimo, que en diciembre pasado fue de $ 61.953, un nivel que se ubica por debajo del costo de la CBA.
El hecho de que la CBT y la CBA hayan cerrado el 2022 con ajustes superiores al 100%, genera una fuerte presión sobre los niveles de pobreza e indigencia. Es que, de acuerdo a las estadísticas publicadas por el Indec, hasta octubre del año pasado (aún no hay datos disponibles de noviembre y diciembre), los salarios acumulaban un ajuste del 72,7% en el año, frente a una inflación del 76,6%. Siguiendo esa tendencia, es altamente probable que el índice de salarios haya terminado el 2022 por debajo de la inflación, que fue del 94,8% en el transcurso de los doce meses. Mayor aún sería entonces la diferencia con ambas canastas básicas, que superaron por más de cinco puntos porcentuales a la inflación.
Dicho de otra forma, todo indica que los insumos de primera necesidad aumentaron bastante más que los sueldos de los trabajadores, lo que genera una enorme presión sobre los niveles de pobreza.
De acuerdo al último dato oficial del Indec, la pobreza fue del 40,6% en el primer semestre del año, mientras que la indigencia alcanzó al 10,7% de la población, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que se hace sobre los principales aglomerados urbanos del país. De esta manera, casi 19 millones de personas de las grandes ciudades son consideradas "pobres" o "indigentes" por no poder cubrir el costo de la canasta básica total.
Proyectando esos resultados al total país, se observa que la pobreza afectó a 18,8 millones de habitantes y la indigencia a casi 5 millones en todo el territorio nacional. El dato del cierre del 2022, que tendrá en consideración la información hasta la canasta básica que se informó ayer, se conocerá en marzo.
Dada la relación entre CBT y salarios, solo un repunte fuerte del empleo (más personas aportando ingresos al hogar) puede haber evitado un crecimiento de la pobreza en el segundo semestre.
En medio de esta escalada inflacionaria hay otros datos inquietantes para 2023. Por la sequía histórica se prevén fuertes bajas en la producción de trigo, soja y maíz. Esto seguro impactará en el precio de los alimentos para consumo interno.