La pobreza fue del 40,6% en el primer semestre del año, mientras que la indigencia alcanzó al 8,3% de la población, según publicó este jueves el el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). De esta manera, casi 19 millones de personas son considerados pobres por no poder cubrir el costo de la canasta básica total.
En San Juan, el índice de pobreza subió 1,4% con respecto al segundo semestre del 2020 y quedó en 36,2%, una cifra que la ubica como la provincia menos afectada de Cuyo, frente al 43,7% de Mendoza y el 44,3% de San Luis.
La pobreza abarcó a 18,8 millones de habitantes en el país y la indigencia a casi 5 millones, según la proyección al total país de 46,4 millones de personas de la Encuesta Permanente de Hogares en 31 aglomerados urbanos con una población de 28,9 millones de personas.
Un año antes, en el primer semestre del 2020 la pobreza había sido del 40,9%, lo que implicó que unos 18,5 millones de personas en todo el país no lograran cumplir con sus necesidades básicas; a su vez, la indigencia trepó entonces al 10,5%, equivalente a 4,8 millones de personas.
El resultado del principal indicador social estuvo muy cerca del que había marcado el organismo estadístico para el segundo semestre de 2020, en que los índices de pobreza e indigencia se moderaron levemente tras el impacto inicial de la pandemia y las medidas de aislamiento social en la economía y en los ingresos de los hogares.
Como comparación, el 2020 había terminado con un índice de pobreza de 42%, mientras que la indigencia trepó al 10,4%, el nivel más alto desde 2004. Según los expertos, la falta de recuperación real de los puestos de trabajo y del poder de compra de los salarios evitó que los números de la pobreza muestren una mejoría relevante en los últimos meses, en que el Gobierno celebró una recuperación económica.
Una de las razones que explica la persistencia de la pobreza es que la carrera entre los salarios y los precios fue, en la primera mitad del año -hasta donde tiene alcance el relevamiento del Indec- por algunos puntos porcentuales favorable al IPC (o desfavorable a los ingresos de los hogares), aunque al observar la composición del mercado laboral se ve una enorme disparidad entre sectores, y entre los registrados y los no registrados.
En ese sentido, los más vulnerables fueron los empleados informales. Según los últimos datos oficiales, este segmento de mercado laboral es, por lejos, el más perjudicado. Hacia junio acumulaba casi 12 puntos porcentuales de desventaja contra el ritmo de suba de precios, mientras los ingresos habían aumentado en promedio 13,8%, la inflación acumulada hasta ese momento había sido de 25,3 por ciento.
Los informes locales sobre la evolución de la pobreza que realiza el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había referido a que la pobreza pasó en los últimos meses a estar más explicado por el desplome del poder de compra de los salarios de algunos sectores del mercado laboral antes que por la falta de empleo, que fue más característico de los primeros meses de la pandemia.
“El aumento de precios resulta mayor, por lo que se observa un deterioro en las condiciones de vida medidas por el ingreso, que ya presentaban altos niveles de pobreza (y en particular, de indigencia) en el primer trimestre de 2020, cuando los efectos del ASPO aún no habían aparecido”, aseguró el informe del Gobierno porteño.
Hacia adelante, el economista del Cedlas y especialista en medición de pobreza Leopoldo Tornarolli dijo que es posible que haya una mejora. “La normalización de la situación de pandemia, más los estímulos pre electorales es probable que tengan un efecto positivo, aunque de corto plazo, en la tasa de pobreza. No sería raro que baje del 40% en el segundo semestre, pero aún se va a seguir ubicando en niveles superiores a los de pre pandemia”, aseguró a Infobae.
Desde el equipo del Observatorio de la Deuda Social de la UCA Eduardo Donza sostuvo que “el dato va a estar algo por arriba del 40%, porque el mercado de trabajo no se recuperó”.
“Hay sectores que han mejorado en términos macroeconómicos, pero no sé cuánto aportan al mercado de trabajo, donde no sube la tasa de empleo. A eso se suma la alta inflación, que atenta mucho con el nivel de vida. Es raro que la tasa de pobreza sea mejor, porque hubo una pérdida de puestos de trabajo, inflación importante y pérdida de ingresos; todo esto resulta en una situación muy adversa”, aclaró Donza.
Por su lado, Martín González Rozada (Universidad Torcuato Di Tella), consideró que para el segundo semestre prevé “un registro similar al del primer semestre; no creo que cambie demasiado la medición”.
Recientemente un índice paralelo de la pobreza que elabora el Gobierno nacional registró que por la pandemia casi la mitad de la población fue empujada a esa situación de vulnerabilidad económica cuando se agregan a la medición por ingreso aspectos como acceso y calidad de la vivienda, empleo o salud, el cual fue del 49,6% de los habitantes, unas 22,7 millones de personas.
El reporte muestra que la situación social era muy precaria en el momento en que se celebraron las PASO, incluso con varios meses de recuperación de la actividad encima. Medidas por franja etárea, el 65,8% de los niños de hasta 3 años son considerados pobres bajo este criterio multidimensional.
Como comparación, seis meses antes esa proporción era de 58 por ciento. Los niños y niñas de entre entre 4 y 17 años tienen un índice de pobreza de 56,7% mientras que entre 18 y 64 años es de 49,9 por ciento.
En términos de vivienda, un 20% de la población tiene algún problema relacionado a ese factor. Respecto a la educación, el 33% de la población experimenta algún déficit, mientras que el 46% de las personas sufrieron algún tipo de dificultad en términos laborales: la principal es la dificultad de acceso al empleo que nada menos que se triplicó durante la pandemia, desde 6 a 18% de la población total.