La construcción de Atucha I ‘fue un hito desde el punto de vista tecnológico y pionera del desarrollo industrial argentino’, destacó el director presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), Fernando Monserrat, en el marco de los 50 años que cumple hoy la primera central nuclear de América Latina y que busca operar otros 25 años gracias al Proyecto de Extensión de Vida.
El 13 de enero de 1974, el reactor nuclear Atucha I logró su primera reacción en cadena controlada.
NA-SA, la firma que gestiona Atucha I, Atucha II y Embalse, se encuentra ejecutando desde 2008 el Proyecto de Extensión de Vida de Atucha I con el objetivo de extender ‘unos 20 o 25 años más de operación’ sin ningún problema de ‘disponibilidad y seguridad’.
Monserrat señaló que ‘una parte relevante de la extensión de vida’ prevista en el proyecto iniciado hace más de 15 años se realizará este año. ‘Lo que estamos haciendo, por ejemplo, es modernizar el sistema que regula el reactor nuclear, su sala de control y estamos mejorando la turbina para tener mayor eficiencia en la operación, todo con los estándares a nivel de hoy’, precisó. Además, se encuentra en proceso ‘el cambio de cables y mucho equipamiento como bombas o válvulas’.
El gobierno de Arturo Illía firmó el decreto 485/1965 que dio aval a la CNEA para que encarara los estudios de preinversión de una central nuclear para el suministro de electricidad al área gran Buenos Aires-Litoral y estableció un plazo de 14 meses para su finalización.
La construcción de la Central Nuclear Atucha I, denominada presidente Juan Domingo Perón, comenzó en junio de 1968 durante la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, fue conectada al Sistema Eléctrico Nacional el 19 de marzo de 1974 y comenzó su producción comercial el 24 de junio de ese año. Actualmente cuenta con una potencia eléctrica bruta de 362 megavatios eléctricos y emplea como combustible mezcla de uranio natural (0,72%) y uranio levemente enriquecido al 0,85%.
‘En el 74 era una central de una potencia para el sistema eléctrico muy relevante para aquel momento’, remarcó Monserrat, quien ponderó que ‘varios cientos de miles de habitantes tienen energía eléctrica segura y confiable de alta disponibilidad que contribuye al bienestar de la gente’.
En agosto de 1988, la Central Nuclear Atucha I sufrió un desperfecto en los canales de combustible del reactor, en un contexto socioeconómico adverso, con el recuerdo del accidente nuclear ocurrido el 26 de abril de 1986. Esto forzó a la Argentina a desarrollar tecnología robótica para arreglarla, la reparó y demostró el potencial del conocimiento tecnológico y de ingeniería que fue desarrollando. ‘Es a la única central a la que le hemos enriquecido levemente el uranio con conocimiento científico y tecnológico argentino para operar, que no implica producir más energía, pero sí consumir la mitad de elementos combustibles’, agrega Monserrat.
Otro de los avances fue el proyecto de Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Quemados de la Central Atucha I (Asecq-1) para lo cual se incorporó -en el año 2022- una ‘pileta de almacenamiento que le permite una operación a muy largo plazo’. Una vez que los combustibles alcanzan el grado máximo de uso, se los extrae del núcleo del reactor y se los deposita en piletas bajo agua de alta pureza que actúa como blindaje de la radiación. La nueva instalación puede albergar los combustibles gastados que actualmente se encuentran almacenados en agua dentro del recinto de piletas.
Reinventándose
El reactor Asecq-1 fue construido, adosado e integrado al edificio existente de la Casa de Piletas de Atucha I, y en el nuevo edificio se instalaron 316 silos ubicados por debajo del nivel 0,50 metros que permiten albergar 2.844 elementos combustibles gastados.