Con una carta, la Conferencia Episcopal Argentina dio a conocer su posición sobre “el creciente enfrentamiento político” que tiene a nuestro país en vilo en los últimos días. La escalada entre el gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires por la presencialidad en las escuelas desató un cruce de presentaciones judiciales y la jerarquía eclesiástica de nuestro país se hizo eco.
La misiva, que pretende tender un puente en una grieta que se ensanchó la última semana, se redactó en uno de los dos encuentros anuales que tienen los miembros de la Iglesia, que por segunda vez se hizo vía zoom en lugar de la habitual reunión en la Casa de Retiros que la Conferencia Episcopal posee en Pilar, fue encabezada por Monseñor Oscar Ojea, presidente de la CEA y contó con la presencia virtual de 110 obispos.
Monseñor Ojea, junto al Arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Mario Poli y Monseñor Carlos Humberto Malfa, secretario general de la CEA, hablaron desde la sede porteña de la organización eclesiástica ubicada en la calle Suipacha.
Los Obispos trataron, durante dos días, la actualización de una Guía de Actuación en el caso de abusos y abordaron temas referentes a la reforma económica, la Asamblea Eclesial y el Diaconado Permanente.
Al término del encuentro se dio a conocer la carta, bajo el título “Salir juntos y mejores” y firmada por “Los Obispos de Argentina Asamblea Plenaria Extraordinaria Virtual” En su primer párrafo, el escrito advierte la complicada situación social por la que atraviesa la Argentina producto del avance del COVID-19: “En la dura realidad de estos días, en la dramática extensión de la pandemia con su secuela de enfermedad y muerte, se han acentuado la pobreza, la exclusión, la falta de trabajo, así como las expresiones de un creciente enfrentamiento político”.
Más adelante continúa con un agradecimiento a todos aquellos trabajadores y profesionales esenciales: “…en este tiempo, hemos visto la extraordinaria fortaleza y el aporte sostenido y generoso de los sectores esenciales, particularmente de los médicos, enfermeros y personal de la salud, y de todos aquellos hombres y mujeres que prestan importantes servicios en la vida cotidiana. Como obispos, queremos también agradecer a los “esenciales” de nuestras comunidades, esa inmensa multitud de catequistas y consagrados, voluntarios de Cáritas y otros agentes pastorales, inclusive de otras confesiones religiosas e Iglesias hermanas, que atraviesan esta pandemia, visitan pobres y enfermos, llevándoles el abrazo de la fe con una creatividad que merece todo nuestro reconocimiento”.
Los obispos, luego, recordaron la manera en que el país salió de la crisis del 2001 a través de la Mesa del Diálogo Argentino. Durante el gobierno de Eduardo Duhalde, y con una Argentina devastada, se produjo el inédito encuentro de más de mil representantes de la política, el empresariado, el sindicalismo, la educación, la salud, la cultura y demás expresiones sociales, que contó con el respaldo de la Iglesia Católica. Una iniciativa que no se repitió. Hoy, de acuerdo a la redacción de la misiva, la jerarquía eclesiástica hace equilibrio entre las posiciones entre el oficialismo y la oposición y reclama un diálogo similar: “En los tiempos del Diálogo Argentino, se buscó superar la crisis con la participación de todos los sectores, como una herramienta para construir un nuevo tiempo en nuestra Patria. Renovamos nuestra convicción de que el diálogo es el camino para afrontar juntos, como comunidad nacional, esta etapa difícil y exigente. Por ello es imperioso procurar la máxima eficacia en la adopción de aquellas medidas sanitarias necesarias y razonables para evitar el incremento de la difusión del virus y conjugarlas con el máximo respeto a los derechos y garantías consagrados por nuestra Constitución. En esa perspectiva, queremos expresar como creyentes que la libertad religiosa, especialmente de culto, es un aspecto esencial del bienestar integral de la población y el fortalecimiento espiritual de las personas. Queremos pedirles a los dirigentes de todos los sectores, auténtica capacidad de liderazgo para ejercer con nobleza la vocación política, comunicando claramente la situación en cada momento, suscitando y alentando el compromiso y el empeño de todos, dejando de lado descalificaciones y posturas que promuevan el resentimiento y la división”. Y añadieron una frase del Papa Francisco en su carta Fratelli Tutti: “La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo.”
En el final del escrito, como en aquel 2002 y 2003, los obispos se ponen a disposición para mediar entre las distintas miradas del país: “También nosotros, como parte de esta sociedad, nos comprometemos a contribuir con espíritu de servicio según nuestras posibilidades. Todos queremos “salir juntos y mejores” de esta crisis de la pandemia y de sus múltiples consecuencias. En este tiempo pascual, más que nunca, como pastores en medio de un pueblo crucificado, les anunciamos a Jesucristo, el Señor, muerto y resucitado. Él es la fuente de la esperanza, de la fortaleza en la prueba, de la alegría y de esa virtud para tiempos duros que es la grandeza de alma para entregarnos a los demás con todas nuestras fuerzas. Ponemos en las manos y en el corazón de Nuestra Señora de Luján la salud, la vida y las aspiraciones de dignidad de nuestro pueblo”.