Cambios para Buenos Aires. La Avenida de Mayo dio impulso a una acelerada etapa de construcciones que le cambiaron la cara a la ciudad de Buenos Aires.

 

Ícono de la historia argentina, la Avenida de Mayo cumple hoy 125 años. La calle de los tradicionales cafés y teatros fue inaugurada el 9 de julio de 1894, justo cuando se festejaba un nuevo aniversario por el Día de la Independencia.

Reconocida como la primera avenida del país y de toda América del Sur, fue desde siempre escenario de múltiples manifestaciones y celebraciones patrióticas. Su diseño se inspiró en los tradicionales boulevares parisinos.

Eje de la vida social de la ciudad de Buenos Aires, la apertura de lo que entonces se llamó "gran boulevard" causó el asombro de los vecinos acostumbrados a las calles estrechas y a los edificios que no superaban los dos pisos.

El proyecto fue iniciado en 1882 por el primer intendente municipal, Torcuato de Alvear, que quería darle a la ciudad un "boulevard" como los de París (Francia), algo que tardó más de 10 años en concretarse.

La avenida significó una verdadera revolución estética y dio impulso a una acelerada etapa de construcciones que le cambiaron la cara a la ciudad. Por sus bares y hoteles pasaron famosos personajes como Rubén Darío e Isadora Duncan.

Para realizar el proyecto fue necesario demoler todas las manzanas que daban a Rivadavia e Hipólito Yrigoyen (14 en total), incluida buena parte del ala derecha del Cabildo. El recorrido de la avenida tenía una especie de significado simbólico por unir los edificios de la Casa de Gobierno y del Congreso Nacional.

La nueva calle comenzó a competir con Florida, considerada lo máximo en buen gusto. Era un amplio paseo, con plátanos en las veredas cercados por elegantes armazones de hierro. Tenía una intensa circulación de carruajes.

Allí abrieron sus puertas confiterías y cafés que contribuyeron a modificar las costumbres de la sociedad porteña. Se otorgó permiso para colocar mesas y sillas en las veredas y allí se juntaban intelectuales y elegantes. Vestidos con sus ropas y uniformes de obreros y enarbolando antorchas, el 8 de julio de 1894, más de 800 trabajadores protagonizaron una marcha que dejó simbólicamente habilitada la Avenida de Mayo.

Fueron quienes trabajaron durante más de una década para materializar lo que en aquellos tiempos era la representación de un país que respiraba aires de progreso y buscaba inspiración en los amplios boulevares franceses. Aquellos obreros, en su gran mayoría inmigrantes, lograron dejar una marca indeleble.

La inauguración oficial "con las pompas de la época" sería al día siguiente, el 9 de julio de 1894. El arquitecto que ideó esta avenida, y quien propició su apertura, fue Torcuato de Alvear, el primer intendente que tuvo la ciudad, quien murió antes de verla terminada.

La construcción de la calle fue un desafío clave, ya que por aquellos años Buenos Aires conservaba una impronta casi de aldea, con calles estrechas y una cuadrícula de damero típico del trazado colonial.

El proyecto generó varios escándalos, ya que hubo que expropiar 14 manzanas, perjudicando a familias de la alta sociedad de aquellas épocas. Finalmente, en 1884 fue sancionada la ley que autorizaba la apertura de esta avenida de 30 metros de ancho. La obra definitiva terminó en septiembre de 1894, pero la inauguración ya se había hecho aquel 9 de julio.

Además de ser testigo de ilustres lugares como el Café Tortoni, la Avenida de Mayo vio nacer a una gran cantidad de periódicos, incluyendo Crítica y La Prensa.

Si bien se inspiró en los boulevares de París, la caudalosa inmigración española tipificó el carácter hispánico de la avenida, al poblarse de teatros de zarzuelas, cafés de tono madrileño, ateneos, asociaciones literarias y peñas, influyendo en su arquitectura. Razón por la cual se la suele comparar con la Gran Vía madrileña, explica la Asociación de Amigos de la Avenida de Mayo.

Por sus diez cuadras de una sola mano, que van desde la Plaza de Congreso hasta la histórica Plaza de Mayo, desfilaron numerosas movilizaciones, tanto de protesta como de celebración, convirtiéndola en el escenario de la historia moderna de la Argentina.

La tradicional vía fue desde su nacimiento el lugar elegido para los festejos de la Revolución de Mayo. Los desfiles y festejos atraían a miles de espectadores, mientras algunos privilegiados observaban el espectáculo desde los balcones de algunos de los edificios linderos.

Pero esta avenida fue el espacio también de acontecimientos tristes para la historia del país. Uno de los primeros que oscurecieron la belleza de la calle ocurrió en 1909, cuando murieron ocho obreros durante una represión policial a una manifestación anarquista.

Desde entonces, la vía histórica se convirtió en el escenario predilecto de numerosas protestas. Fue allí donde se desarrolló el primer cacerolazo en el país, entre los días 19 y 20 de diciembre de 2001.

Para celebrar este nuevo aniversario de la avenida ubicada en el barrio porteño de Monserrat, está prevista la realización de una serie de actividades, durante toda la semana. Las actividades incluyen recorridos por lugares emblemáticos de la avenida, además de conferencias, exposiciones y espectáculos con música en vivo en los bares notables de la ciudad.

PRESIDENTES

Con la Casa Rosada en un extremo y el Congreso en el otro, las diez cuadras que abarca la avenida constituyen el eje cívico de la ciudad, por el que transitan los presidentes antes de asumir el mando, un espacio cargado de simbolismo en el que se realizan desde protestas sociales hasta desfiles militares y corsos.

 

> La impronta que dejó la inmigración española

 

La avenida de Mayo de Buenos Aires es el corazón de la ciudad, un símbolo de exaltación cultural y reivindicaciones políticas donde la inmigración española ha dejado su impronta.

Creada con un marcado estilo parisino, pronto la gran ola inmigratoria europea la transformó en un lugar de encuentro entre hispanos. Muestra de eso son los hoteles, bares y restaurantes que todavía hacen referencia a los orígenes de sus dueños -Asturias, Ávila, Marbella, Vedra (Galicia), Iberia e Hispano, entre otros-, los teatros de zarzuelas como el histórico Avenida o sus cafés de estilo madrileño.

Comparaciones. La Avenida de Mayo conecta el Congreso con la Casa de Gobierno. Sus diez cuadras son muy comparadas con la Gran Vía de Madrid.

 

"Cuanta cosa de interés sucede en Buenos Aires transcurre por la avenida de Mayo", aseguró el arquitecto e historiador argentino Horacio Spinetto sobre una calle "esencial" de la capital  que está llena de placas.

Por ella se pasearon algunos de los artistas y escritores españoles más queridos: Margarita Xirgu, Jacinto Benavente, Vicente Blasco Ibáñez y Alfonso Daniel R. Castelao.

El gran poeta Federico García Lorca tiene incluso un museo en el Hotel Castelar en el que se alojó mientras vivió en la ciudad y la Guerra Civil española (1936-1939) se extrapoló por momentos a una de las esquinas de esta arteria a través de dos históricos cafés situados a escasos metros de distancia: el Iberia, afín al bando republicano, y el Español, más próximo al franquista.

"Cuando el general Emilio Mola fue alcanzado por las fuerzas republicanas y el avión en que viajaba desaparece, teníamos una situación muy terrible en esa esquina, porque por un lado había una especie de velatorio y, enfrente, estaban brindando con sidra "El Gaitero". En esa esquina se produjeron terribles peleas", aseveró Spinetto.

Para el historiador, la Avenida de Mayo y la Gran Vía de Madrid guardan un parecido sobre todo "sentimental", por el lugar único que ocupan dentro de sus respectivas ciudades y el valor patrimonial de sus edificios.

El joven Sebatián Boero, de 25 años, es porteño "de toda la vida" y, para él, recorrerla es una rutina. De la avenida destaca esos cafés tan "bien ambientados", aunque no se olvida las marchas que avanzan bajo el frondoso pasillo de árboles de esta vía.

Aquí se congregan cada fin de semana miles de personas dentro del programa "Buenos Aires celebra", que busca honrar la diversidad de una ciudad que creció inexorablemente al calor de la inmigración.