“No me fui a ninguna playa, ni estoy en ninguna playa. Estoy en Beijing adonde pasé la Nochebuena con mi esposa y mi hijita. No se quién dice que me fui a Hainan”, aseguró Luis María Kreckler en diálogo con Infobae tras conocerse su desplazamiento de la embajada argentina en China. La decisión tomada por el canciller Felipe Solá, con el consenso de la Casa Rosada, se formalizará en las próximas horas con la publicación en el Boletín Oficial.
Cuando eso suceda, Kreckler tiene 45 días para mudarse desde Beijing a Buenos Aires.
El diplomático le confirmó a este medio que se tomó una licencia “por contaminación” (prevista en el artículo 75 del reglamento de la Cancillería) pero negó haber viajado a la exclusiva isla de Hainan. “Estoy en Beijing a disposición del Gobierno, nadie me pidió que volviera”, dijo Kreckler desde China. Y agregó: “Soy una persona de honor, cumplo con mi palabra, tengo una trayectoria y cumplo con las instrucciones”.
El detonante para la salida del embajador de China, enfrentado hace tiempo a otros funcionarios de esa sede diplomática, fue la compra, hasta ahora fallida, de 15 millones de vacunas a ese país. El ministro de Salud Ginés González García estalló de furia cuando se enteró que Kreckler estaba de viaje.
De hecho, en la conferencia de prensa que se hizo esta mañana en Ezeiza con motivo de la llegada de la vacuna rusa, el funcionario adelantó que el sábado tiene reuniones virtuales con representantes de las empresas Sinopharm y Sinovac para avanzar con las negociaciones.
Hasta ahora, según dijo Ginés, Argentina tiene contratos firmados para recibir 19.700.000 dosis de la Sputnik V, 22 millones de Astrazeneca, y 9 millones de COVAX, una iniciativa para garantizar a los países en desarrollo un acceso justo y equitativo de la vacuna contra la covid-19, liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) y la alianza Gavi.
Todavía no está cerrado el acuerdo con Pfizer y se atrasó la producción de AstraZeneca-Oxford. La vacuna china llegará, si todo se encarrila en los próximos días, cuando comience la primavera en Beijing.
Aislado con su familia en Beijing, Kreckler intentó relativizar la crisis diplomática: “No entiendo por qué dicen cosas que no son ciertas”. Y agregó que viene llevando adelante las negociaciones por la vacuna desde agosto con las autoridades del Ministerio de Salud “y con conocimiento pleno y por escrito a la Cancillería”.
Pero la decisión política está tomada. El canciller Felipe Solá, que no se llevaba bien con Kreckler, encontró encontró la oportunidad y emitió una orden de desplazamiento. En Buenos Aires aseguran que Alberto Fernández autorizó la decisión. También tendría el visto bueno de la vicepresidenta Cristina Kirchner.