La principal coalición opositora, Juntos por el Cambio (JxC), llega a las PASO de este domingo con la puja declarada entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta por el liderazgo hacia 2023, pero también por los equilibrios entre las fuerzas que la integran, en un contexto marcado por la aspiración del radicalismo de disputarle al Pro la hegemonía del espacio.

El proceso de búsquedas de nuevos liderazgos tras los cuatros años de gestión de Mauricio Macri al frente de la Casa Rosada (2015-2019), comenzó en la alianza opositora la misma noche de la derrota electoral de hace casi dos años ante el Frente de Todos, que ubicó al fundador del Pro como el único presidente de la historia política argentina en no ser reelegido.

En ese escenario, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño -único distrito gobernado por el Pro- apareció como una figura clave en la discusión de poder interno de la alianza opositora, cuando su mentor, Mauricio Macri, insinuaba alejarse de la política activa y hasta coqueteaba con la idea de mudar su residencia fuera del país.

El alcalde porteño nunca ocultó sus ambiciones presidenciales y, de hecho, jugó fuerte en la puja interna por las precandidaturas rumbo a las PASO y a las generales legislativas del 14 de noviembre en dos de los principales distritos del país: CABA y provincia de Buenos Aires.

Larreta se declaró ganador de esta primera pelea de poder interno contra Macri, al imponer a la exgobernadora, María Eugenia Vidal, y a su exvicejefe de Gobierno, Diego Santilli, para encabezar las listas a diputados nacionales en CABA y en la provincia de Buenos Aires, respectivamente.

Esta movida implicó ruidos internos (Vidal se mudó de provincia a Capital Federal y Santilli hizo el camino inverso) y también provocó que, en pos de la "unidad" partidaria, aunque no sin resistencias, finalmente declinaran sus postulaciones los candidatos de Mauricio Macri: su primo Jorge (intendente de Vicente López y quien aspiraba encabezar la lista en territorio bonaerense), y Patricia Bullirch, la presidenta del Pro, que quería liderar la boleta porteña.

Pero a las diferencias en el Pro, se sumó otro condimento: la intención de la UCR de pelearle a sus socios macristas la hegemonía del espacio. La principal novedad política la marcó la irrupción del neurólogo radical Facundo Manes, cuya decisión de convertirse en candidato bonaerense generó una ilusión en el centenario partido de volver a disputar lugares de poder en distritos trascendentes.

En su debut en la arena política, Manes -quien tampoco oculta sus intenciones presidenciales- logró el respaldo de las principales figuras del radicalismo, como el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el diputado nacional y titular del Comité Nacional, Alfredo Cornejo.

Más allá del resultado de estas primarias, lo que está claro es que el radicalismo mira hacia 2023 con ansias de poder, tras dos décadas sin un radical al mando de la Casa Rosada y luego de la fracasada experiencia de Fernando de la Rúa.

Con Morales, Cornejo, el senador nacional Martin Lousteau y, el último en anotado, Manes, a la cabeza, los radicales buscan tener varias figuras en condiciones de ser presidenciables y no se quieren resignar a un rol de socio menor en la alianza opositora.