Hoy se cumplen 30 años de la segunda visita de Juan Pablo II a la Argentina. Ocurrió entre el 6 y el 12 de abril de 1987 y fue la última vez que visitó la Argentina, en una gira federal que incluyó su paso por Buenos Aires, Bahía Blanca, Viedma, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Paraná y Rosario.
En esa semana, el Papa estuvo en las nueve ciudades del interior, que se constituyeron en escenario reiterados del fervor despertado por la presencia del ilustre viajero.
En las tribunas del peregrinaje, el Papa dirigió 26 mensajes pastorales y reunió a casi cuatro millones de personas. Sus discursos no eludieron ningún tema de estos tiempos, aun los más conflictivos, y en la pluralidad de tantos tratamientos mantuvo incólume su línea pastoral, teológica y evangélica.
El extenso programa de actividades comprendió, además de las multitudinarias celebraciones públicas, contactos particulares con obispos, sacerdotes, religiosos, laicos consagrados y agentes de pastoral; diplomáticos, políticos, sindicalistas y trabajadores, campesinos, inmigrantes, enfermos, aborígenes, empresarios, representantes de otras confesiones religiosas y del mundo cultural.
Notas distintivas de sus mensajes fueron las catequesis sobre la vida, la unidad familiar, la paz, el amor, la justicia, la reconciliación, la dignidad del hombre y la evangelización.
Acostumbrado a disfrutar del diálogo con los jóvenes, el Pontífice vivió en sus últimas horas en el país acaso los máximos acontecimientos de su itinerario peregrino. En la noche del sábado 11 se realizó el Encuentro con los Jóvenes y al día siguiente, Domingo de Ramos, presidió la III Jornada Mundial de la Juventud.
Durante largas horas, la multitud cubrió la avenida 9 de Julio desde Santa Fe -en ese lugar se levantó un gigantesco altar- hasta varias cuadras más allá del Obelisco.