La Iglesia argentina experimentó un giro ayer, ya que el papa Francisco nombró a un obispo con pasado como cura villero al frente de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Se trata de Jorge Ignacio García Cuerva, actual obispo de Río Gallegos. Reemplazará a Mario Aurelio Poli, quien tiene un perfil conservador, ya cumplió 75 años y cambiará de funciones.

De reconocido compromiso social, con un trabajo en villas y cárceles del conurbano bonaerense, García Cuerva -de 55 años- fue nombrado ayer como arzobispo de Buenos Aires.

La noticia se conoció a la mañana en el Vaticano y, simultáneamente a su designación, el Vaticano aceptó la renuncia presentada por el cardenal Poli, al haber cumplido 75 años -el 29 de noviembre de 2022 pasado- y lo designó administrador apostólico de Buenos Aires, con las facultades de arzobispo arquidiocesano, hasta la toma de posesión canónica de su sucesor.

Nacido el 12 de abril de 1968 en Río Gallegos (Santa Cruz), García Cuerva cuenta con una importante trayectoria académica -es abogado y teólogo- y además posee una profunda inserción pastoral: fue capellán de varios penales y secretario de la Pastoral Carcelaria del Episcopado y se desempeñó como párroco en la populosa villa La Cava, en San Isidro, así como en otras villas del conurbano bonaerense, un verdadero "pastor con olor a oveja", como suele definir Francisco a los curas con ese perfil.

"Aquí, en la diócesis del fin del mundo, fui aprendiendo a ser obispo diocesano junto al pueblo", fueron sus primeras palabras tras la designación, en una carta difundida a través de las redes sociales.

Tiene previsto asumir el próximo sábado 15 de julio en la catedral metropolitana (ciudad de Buenos Aires), según fuentes del Episcopado argentino.

El exobispo auxiliar de Lomas de Zamora y actual obispo de Río Gallegos -cargo que ocupa desde enero de 2019- reemplazará al cardenal Poli, el sucesor de Jorge Bergoglio en la ciudad de Buenos Aires, que mantuvo un bajo perfil durante toda su gestión porteña y el jueves pasado celebró su último Tedeum por el 25 de Mayo, ante el presidente Alberto Fernández.

El nuevo arzobispo porteño es hijo de Jorge Antonio García Cuerva -odontólogo, comodoro retirado de la Fuerza Aérea Argentina- y de Graciela García Cuerva -docente-; y es el mayor de cinco hermanos de una familia de clase media oriunda de la ciudad de Buenos Aires que se desplazó por unos años a Río Gallegos, donde nació.

En 1986, ingresó a la carrera de derecho en la Universidad de Buenos Aires, y al mismo tiempo comienza a misionar en los barrios populares de El Palito y El Garrote, en la localidad de Tigre. Ahí es cuando descubre su vocación sacerdotal que lo llevó a interrumpir sus estudios de abogacía, que retomó años más tarde.

El 14 de marzo de 1989, García Cuerva ingresó al seminario de la diócesis de San Isidro y fue ordenado sacerdote el 24 de octubre de 1997 en la Catedral de San Isidro por el entonces obispo Jorge Casaretto. En la Universidad Católica de Salta obtuvo el grado de abogado (2009).

Como sacerdote, trabajó en la diócesis de San Isidro, donde inició su ministerio en los barrios populares del conurbano bonaerense y fue vicario parroquial de la Iglesia Nuestra Señora de la Cava, ubicada en La Cava, localidad de Beccar, una de las más conocidas villas de emergencia.

En 2006 pasó a ser párroco de la Iglesia Santa Clara de Asís en la localidad de El Talar, partido de Tigre, en los barrios populares San Pablo y Almirante Brown; y en 2014 volvió a La Cava como párroco.

Fue miembro de la Comisión Nacional sobre la Drogodependencia de la Conferencia Episcopal Argentina (hasta el año 2013). En San Isidro fue vicepresidente de Cáritas (2012-2017).

Fue capellán de unidades carcelarias en la provincia de Buenos Aires (desde el 2011) y delegado diocesano de la Pastoral Penitenciaria (desde 1997).

 

“Sensibilidad”
El canciller Santiago Cafiero -en cuya órbita se encuentra la Secretaría de Culto- destacó: “Jorge es un pastor del pueblo. Lo conocí cuando fue vicario de Nuestra Señora de La Cava, en San Isidro, donde fuimos testigos de sensibilidad social”.

 

  • Francisco suspendió agenda por tener fiebre

El papa Francisco tuvo que anular su agenda prevista para ayer por tener fiebre, confirmó la oficina de prensa del Vaticano.

"Debido a un estado febril el Papa no ha tenido audiencias por la mañana", explicó el portavoz vaticano, Matteo Bruni, sin dar más detalles. Ayer por la mañana no se envió a los medios la tradicional agenda del papa Francisco y sólo posteriormente se supo que había sido suspendida.

En la tarde del jueves, el papa había asistido en buena forma a un acto de la fundación Scholas con alcaldes latinoamericanos y otras personalidades, mientras que por la mañana había recibido a los obispos italianos, reunidos en asamblea.

"El Papa estaba cansado, ayer (por el jueves) tuvo una jornada muy intensa", dijo después el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, al margen de una reunión en la embajada de Italia ante la Santa Sede citado por los medios locales.

El cardenal explicó que este jueves Francisco "vio a muchísima gente y, en el encuentro de Scholas Occurrentes, quiso saludarlos a todos. En un determinado momento, la resistencia falla", según las mismas fuentes.

Ayer por la tarde, además, la oficina de prensa de la Santa Sede confirmó que mañana por la mañana el pontífice entregará el Premio Pablo VI al presidente de la República italiana, Sergio Mattarella.

El argentino Jorge Mario Bergoglio fue ingresado a finales de marzo en el hospital Gemelli de Roma por "una pulmonía aguda", según explicó él durante el vuelo de regreso de su viaje a Hungría. "Lo que he tenido es que me sentí mal después de la audiencia, no quise comer y me fui a dormir, pero no perdí el sentido, sólo tenía fiebre alta", explicó el Papa al ser preguntado por los motivos de su hospitalización de tres días en el Policlínico Gemelli de Roma.

"Pero el organismo ha reaccionado bien al tratamiento", agregó a los periodistas en el avión Francisco.