El investigador español José Antonio Donázar, experto en aves carroñeras, alertó ayer a Efe sobre el “grave” episodio de envenenamiento de 34 ejemplares del cóndor andino descubierto en la provincia de Mendoza.
Donázar formó parte del equipo que junto a la Universidad del Comahue investigó hace años la situación del cóndor andino, una especie poco conocida por su amplia área rural de distribución y los aislados ecosistemas de montaña en los que vive. Una de las actuaciones del proyecto sobre el cóndor andino codirigido por Donázar fue la captura y el marcaje con emisores de satélite de diversos ejemplares para su seguimiento. Los datos obtenidos determinaron que los cóndores se movían en enormes áreas de miles de kilómetros cuadrados, desde el Pacífico a la estepa argentina, superponiéndose a fronteras administrativas, lo que “requiere estrategias transnacionales para asegurar su conservación”, según el investigador. El trabajo también analizó los isótopos de tejidos de antiguos cóndores de colecciones de varios museos y desveló un importante cambio en el patrón de alimentación, ya que ha dejado de alimentarse con restos de cetáceos varados en playas y ahora depende casi en exclusiva de carroñas de animales terrestres. Donázar lamentó que el cóndor esté amenazado por el veneno ya que “presta importantes beneficios ecosistémicos, al eliminar animales muertos y cadáveres de los que se alimentan especies que pueden ser problemáticas” para el hombre, “como bacterias, ratas o perros asilvestrados”.