El 8 de marzo, Agustina se puso una musculosa blanca, la estiró para que contuviera sus 8 meses de embarazo, se anudó el pañuelo verde en el cuello y salió a marchar por La Plata, donde vive. Ella y sus compañeras habían comprado pinceles, purpurina y pintura artística violeta para decorarse la cara y los brazos, pero Agustina tenía en sus planes ir un poco más allá: marchar con una leyenda pintada en su panza de embarazada que dijera sólo dos palabras: “Aborto legal”.

 

Durante la movilización, le sacaron varias fotos con celulares. Agustina sonrió. Había algunos hombres, niños y adolescentes con pañuelos verdes pero la imagen de una mujer a pocas semanas de parir y a favor de la legalización del aborto provocó un quiebre, especialmente entre quienes sostienen que estar a favor es propiciar “la pena de muerte para los niños por nacer”. Por la noche, una usuaria subió la foto a Twitter y escribió: “Que les explote la cabeza. Un beso”.

 

 

 

 

 

La foto se viralizó aún cuando a la historia le faltaba un dato clave. Agustina no sólo es una mujer embarazada a favor de la despenalización del aborto, también es médica pediatra y está a punto de recibirse de neonatóloga. Esta es la historia detrás de la foto.

 

“No hay ninguna contradicción en estar embarazada, trabajar cuidando bebés recién nacidos y estar a favor del aborto legal. Yo soy una trabajadora de la salud que está a favor de que las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos. En este momento, yo decidí gestar un bebé pero quizás en otro momento de mi vida y en otras condiciones me toque tomar una decisión diferente”, explica Agustina Suárez. 

 

“Para este #8M pensé que mi panza tenía que hablar. Es una forma de decir: hay múltiples mujeres con múltiples necesidades. Yo estoy gestando un embarazo deseado, tuve el derecho de decidir sobre mi cuerpo. Del otro lado, hay mujeres que entienden que no es el momento para tener un hijo y no quieren exponerse a todo lo que significa una maternidad no deseada. También es su derecho poder elegir cuándo ser madres y en qué condiciones”.

 

Falta un mes para que nazca su primera hija y, antes de comenzar su licencia por maternidad, Agustina pasaba días y noches atendiendo recién nacidos y prematuros -sanos o con alguna patología- en el Hospital San Martín, que tiene una de las maternidades más grandes de La Plata.

 

“Hay quienes creen que estar a favor de legalizar el aborto es estar a favor de matar niños o algo por el estilo. Estoy a punto de terminar la formación en Neonatología, así que está claro que no es así”, dice ella, que forma parte del Movimiento de Salud Irma Carrica, donde militan estudiantes y trabajadores de la salud de todo el país. 

 

Aunque es una médica joven -tiene 31 años- no fue en la Universidad Nacional de La Plata donde aprendió sobre el aborto como un problema de Salud Pública. “Durante mi formación, era un tema silenciado o, a lo sumo, era abordado desde el delito, desde lo punitivo. Por eso es muy difícil que después, a medida que el médico ejerce, cambie esa mirada con la que te formatean la cabeza. En mi caso, fui haciendo un camino personal paralelo, donde empecé a entenderme como feminista, como trabajadora de la salud y militante de la salud pública”.

 

No hubo materias sobre aborto que la ayudaran a pensar (ahora hay en Rosario, en la UBA y habrá en La Plata). Agustina piensa como piensa después de haberse formado y trabajado en diferentes instituciones públicas de salud y de haber participado en consultorios de salud sexual integral durante su residencia.

 

“No eran sólo mujeres pobres. Recibíamos mujeres que trabajaban en ministerios, universitarias que venían con sus mamás porque sabían que era un lugar amigable y que les íbamos a dar información para acompañarlas en el proceso, mujeres grandes que ya tenían varios hijos, mujeres policías. Y todas con distintas razones para interrumpir un embarazo: ‘porque no tengo plata para mantenerlo’, ‘porque ya tengo 3 hijos’, ‘porque no es el momento adecuado’, ‘porque quedé embarazada después de una situación violenta”. 

 

En las redes sociales, llenaron la foto de “me gusta” y “retuits” –el tuit original tiene 75.000 “me gusta” y fue compartido 32.000 veces– y la foto de la panza de Agustina convivió en las redes con las fotos que usaron quienes están en contra del aborto. Hubo quienes pusieron fotos de sus hijos junto a sus ecografías con una leyenda: “Ese es mi hijo a las 12 semanas de gestación, ese es mi hijo hoy”.

 

“Hubo algunos insultos, aunque sin argumentos. Del tipo “Esta señorita pediatra, ¿cómo va a estar a favor del aborto?” o “algún día tu hija va a ver esta foto y va a pensar que quisiste matarla’, cuenta ella. “Pero la mayoría de los comentarios fueron muy buenos, incluso de colegas que creí que estaban en contra”, se alegra.

 

Y cierra: “Creo que la mirada del afuera es la de la embarazada desde un lugar romántico pero, desde este lado, hay mujeres que trabajamos y que nos pensamos con una maternidad disidente de todos los mandatos que la atraviesan. Yo estoy luchando por los derechos de las mujeres y estoy gestando a una mujer, eso es muy fuerte. Quería que en esta marcha ella también sintiera, desde la panza, la fuerza que tenemos la mujeres cuando salimos a la calle”.

 

Fuente: Infobae

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