El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), reconocido por la identificación de desaparecidos durante la última dictadura y de los soldados enterrados como NN en Malvinas, también trabaja en alrededor de treinta casos policiales que están estancados por desidia o falta de pruebas y se está convirtiendo en pieza clave para esclarecerlos.
Para la antropóloga Mariana Seguro, integrante del equipo, si bien no hay estadísticas, "las personas que no se identifican en las primeras 24 o 48 horas van camino a quedar en el olvido y muchas veces las familias se desalientan o son desalentadas a continuar con su búsqueda". Sin embargo, muchos familiares van directamente a golpear las puertas del EAAF cuando advierten que sus causas no avanzan en la Justicia y también son los propios fiscales quienes recurren a ellos cuando toman conocimiento de su trabajo. Otra vía por la que reciben casos no esclarecidos es el Sistema Federal de Búsqueda de Personas (Sifebu) que por ejemplo los contactó por la desaparición de Carlos B., quien había sido visto por última vez el 22 de agosto de 2013 en el partido de Malvinas Argentinas cuando fue a trabajar.
"La familia hizo la denuncia al día siguiente, pero lo que se pudo determinar recién en 2018 fue que al hombre lo había atropellado un auto en la Panamericana y que ese cuerpo quedó a disposición de una fiscalía de Escobar sin identificar porque solamente tenía una tarjeta SUBE que no estaba registrada", explicó Segura.
Entonces, para evitar la exhumación del cadáver, se buscaron otras opciones y se estableció que cuando se le realizó la autopsia, el médico le había tomado una muestra de sangre en un papel secante que debía estar anexado en un sobre al expediente y que finalmente fue encontrado en el sector de "efectos" de la fiscalía. Gracias a ese hallazgo, se pudo realizar un análisis de ADN con las muestras tomadas a la madre y la hermana de Carlos y se puso fin a cinco años de angustia de los familiares, que creían que el hombre se había ido de la casa por un problema existente por entonces en su hogar.
En junio último, el EAAF echó por tierra una duda sobre la identidad de Franco Casco (20), un joven cuyo cuerpo apareció en el río Paraná el 28 de octubre de 2014, 22 días después de haber estado detenido en una comisaría de Rosario. Por entonces, la víctima fue identificada por sus familiares por un tatuaje que tenía con el nombre del hijo, y tras la autopsia el cuerpo fue enterrado en el cementerio de Florencio Varela, de donde era oriundo. Sin embargo, un año después se realizó una exhumación para una nueva necropsia, se extrajo ADN y al realizar la comparación con sus padres y su hijo, el estudio dio negativo por razones aún no claras. "A partir de esa controversia, exhumamos el cuerpo, se descubrieron lesiones que no se habían encontrado antes, se hizo el ADN en nuestro laboratorio y en el del Cuerpo Médico Forense, y se certificó el parentesco con los padres y el hijo", explicó Segura.
Esto permitirá que ahora sean juzgados los 18 policías que están imputados por la "desaparición forzada seguida de muerte" del joven.
Los femicidios tampoco son ajenos a la labor de los antropólogos, con vasta experiencia por el trabajo efectuado en México, donde identificaron a 33 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.