Axel Kicillof se convirtió, desde el comienzo del segundo mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en diciembre último, en el funcionario que más poder acumuló y que, sobre la base de una defensa enfática del "modelo", eclipsó a los ministros de Economía, Hernán Lorenzino, y de Planificación Federal, Julio De Vido.

De estilo informal, "lo tratan de ‘pendex’ pero tiene 41 años. Parece de menos por su aspecto descontracturado", lo defendió la Presidenta el lunes pasado. Tiene un doctorado en Economía y representa el ala ilustrada de La Cámpora, la agrupación que lidera Máximo Kirchner, quien prefiere acumular presencia y capital político.

Kicillof, rubio, de ojos celestes y con profusas patillas al mejor estilo Elvis Presley, fue designado el sábado 10 de diciembre al frente de la Secretaría de Política Económica del Palacio de Hacienda, lo que lo convirtió en virtual viceministro de Economía. Sin embargo, el bajo perfil de Lorenzino y el énfasis de su segundo en la gestión, se conjugaron para que a la hora de preguntar por el hombre fuerte del edificio de Yrigoyen al 200, las respuestas sean coincidentes: Kicillof.

Tras graduarse en el Colegio Nacional de Buenos Aires, Kicillof ingresó a la UBA, donde alcanzó el título de doctor en Economía. Investigador del Conicet, referente en su momento de la agrupación universitaria TNT (Tontos pero No Tanto), y miembro del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CEDA), Kicillof está casado con la doctora en Literatura Soledad Quereilhac, con quien tuvo dos hijos.

Antes de empezar a acumular poder en Economía fue subgerente general de Aerolíneas Argentinas y representante del Estado en la empresa Siderar. En abril pasado se convirtió en uno de los abanderados de la expropiación a la española Repsol de sus intereses en YFP, que, una vez nacionalizada, intervino junto al ministro De Vido.

"Repsol no es una empresa que haya apostado al crecimiento del país. Es necesario que los objetivos de YPF estén en línea con los objetivos de la Argentina", planteó al defender la medida ante el Congreso.

A su lado, en silencio, escuchaba las críticas al "paradigma" energético de los últimos años Julio De Vido, responsable de la política para el sector desde 2003. En lo que va del año, el funcionario dejó una antología de términos: criticó el "cacareo" de los economistas opositores; tildó de "improcedente" un reproche que le dedicó el radical Luis Naidenoff en el Congreso, y aconsejó a España que deje de lado a los "guitarristas" de la derecha para superar la crisis económica.

Ayer, su poder se oficializó: por un decreto quedó a cargo de ejecutar las políticas y acciones oficiales en las empresas en las que el Estado tiene participación; de determinar el uso de los fondos de la Anses y de planificar las inversiones del sector hidrocarburífero.