Sabido es que los shows del Indio Solari son masivos, multitudinarios. No es de ahora, sucede desde cuando estaba en los Redonditos de Ricota. Ya desde aquella época en algunos recitales había gente herida que era asistida en las ambulancias a la salida. Esto no es nuevo, el problema es que siga pasando. Una ciudad está preparada en materia sanitaria y de seguridad para la población que vive en el lugar, cuando por un show se triplica el número de personas no hay forma de contenerlas ni asistirlas. Olavarría tiene una población de 112.000 personas y al recital del Indio llegaron más 350.000 entre fans y los que fueron a trabajar. La ciudad estaba desbordada, no fue solo el show, la ciudad no está en condiciones de recibir a tanta gente.
El año pasado Mario Pergolini publicó una entrevista al Indio titulada “Tsunami: Un océano de gente”, el nombre no fue casual, así son las misas del Indio, un océano de personas. En la entrevista Pergolini le preguntó si volvería a tocar en un teatro, un lugar para 1500 personas, Solari respondió: “El Sold Out para mi público no existe. Si les decís que se agotaron las entradas van igual, cortan una avenida, arman quilombo y entran a la fuerza”. Sabido es que en los shows del Indio se abren las puertas para que la gente ingrese gratis una vez que el show comenzó. De hecho muchos van a dedo desde distintas partes del país sin entradas porque saben que van a entrar igual.
El show estaba previsto para 200.000 personas, se habla de un número superior a 300.000 asistentes. Mar de gente, avalanchas, 2 muertos confirmados por causas distintas, una gran cantidad de heridos dentro y fuera del predio, gente perdida, destrozos en la ciudad, actos vandálicos, policía reprimiendo, la terminal de ómnibus colapsada de gente que no puede viajar a su lugar de origen. Caos. Una fiesta devenida en tragedia.
En esto hay responsabilidades compartidas. El intendente Ezequiel Galli alega que no es responsabilidad del municipio lo que sucede dentro de un show privado, en mi barrio a eso le llamamos “lavarse las manos”. La Municipalidad no se preparó en materia de salud y seguridad para semejante aluvión de gente. La organización también tiene su gran parte de responsabilidad. En el ingreso no había control, hay gente que entró y salió con el ticket intacto sin que les cortaran el troquel, hay quienes ingresaron con alcohol y armas blancas, la seguridad interna fue un desastre. Algunos afirman que dentro del predio vendían cerveza, otra falta más.
“Esos chicos son como bombas pequeñitas” dice la canción “Ji ji ji” de los Redondos. El público también tiene su cuota de responsabilidad. El fanatismo no es sano, por el contrario, es un arma demasiado peligrosa. El fanatismo inhibe la capacidad de razonar. En el caso de este público es un fanatismo voraz. Ir con niños a un show que se sabía iba a sobrepasar las 200.000 personas, donde se arma el pogo más grande del mundo es cuanto menos un acto de irresponsabilidad que me permite poner en duda la capacidad de esos padres para estar a cargo de sus hijos. Entrar a toda costa, cueste lo que cueste, por más que el predio esté desbordado es no tener conciencia del riesgo que ello implica.
Algunos asistentes se quejaban por la falta de controles, diciendo que pudieron entrar con la mochila llena de latas de cerveza y fernet. Obviamente quienes dicen eso se quejan por puro oportunismo, de ser conscientes y respetuosos de las reglamentaciones no habrían llevado alcohol. Si la tragedia no hubiera sucedido a estar hora estarían haciendo gala de campeones por entrar con alcohol al recital.
Luego del tercer tema el Indio paró el show (la primera de las tres veces que lo hizo), hizo prender las luces, y reclamó a la gente de seguridad y Defensa Civil que asistieran a las personas que estaban en el piso. Muchos criticaron que el show continuara. Créanme que Solari hizo lo correcto. En primer lugar el Indio paró el show cuando vio la avalancha, pidió que asistieran a las personas que estaban en el piso, pidió que se calmaran o suspendía el show. Según dijo la fiscal esas personas que fueron rescatadas no estaban muertas, las personas muertas llegaron con vida a las carpas de salud. En segundo lugar, y no es un dato menor, si el Indio hubiera suspendido el show con semejante cantidad de gente a esta altura estaríamos hablando de una masacre.
Falta de controles, falta de seguridad, falta de asistencia de salud, alcohol, drogas, un tsunami de gente, irresponsabilidad, inconciencia, es un cóctel demasiado peligroso. No es la primera vez que se juega tanto con los mismos ingredientes, alguna vez tenía que pasar.En 2004 tuvimos la Tragedia de Cromanón, no aprendimos nada. Olavarría era un Cromanón más grande y a cielo abierto. No hacían falta fuegos artificiales, habían 300.000 bombas pequeñitas en el predio.
No aprendimos nada, seguimos tirando de una cuerda que indefectiblemente sabemos que en algún momento se va a cortar. Jugamos con la seguridad, jugamos con la salud, jugamos con la vida. Hace 20 años a los Redonditos de Ricota les prohibieron tocar en Olavarría. Antes de retirarse Solari quiso tomarse una revancha y mojarle la oreja a la historia. Perdió por knock out. Esto debería hacerlo reflexionar si continúa exponiendo a su público tan salvajemente o si llegó la hora de dejar los escenarios. Continuar con sus discos, pero sin generar estas situaciones que llevan a una tragedia.
Hace años, en una entrevista, el Flaco Spinetta decía: “Hay un tiempo para la murga, la pachanga y todas las cosas que les gusten, ok? Pero hay otro momento donde tienen que proteger a sus propios amigos, y no ser enemigos potenciales a muerte, por ejemplo. Me llama la atención de que se puedan pelear por cosas totalmente ridículas como barras de futbol o cosas así, con una violencia que no da para eso, entendés? Cómo crecer en ese aspecto? Ya te digo con Salud y Educación. El mensaje es ese: Cuidá al que tenés al lado, es tu amigo, puede ser tu hermano, tu novia, lo que sea pero cuidá! Cuidá la Vida".
No aprendimos nada. Ya es tiempo que lo hagamos.